El Sahara como problema. El pueblo saharaui como protagonista. Los medios de comunicación fluctúan entre la xenofobia y el colonialismo residual al referirse a lo que está sucediendo en El Aaiún. En algunas cadenas recuren a tertulianos militares que estaban destacados en África cuando se abandonaron aquellas colonias españolas y se dejó al pueblo saharaui absolutamente desprotegido frente al aparato militar marroquí. Hubo una marcha verde que ahora parece convertirse en una marcha roja de sangre. El Frente Polisario mantuvo la lucha de liberación saharaui frente a todos cuantos han intentado desposeerlos de su territorio, de sus tierras, de su país.

Hoy cuesta escribir sobre estas cosas porque parece que estemos refiriéndonos a algo sucedido hace muchos siglos y estamos hablando de apenas cuarenta años. Para muchos es parte de nuestro imaginario, quizás de nuestro archivo de derrotas o de utopías desvanecidas. La táctica marroquí es obvia: que pase el tiempo que no se haga realidad el referéndum propiciado por Naciones Unidas, colonizar el territorio por lo civil y lo militar, dejar que las reivindicaciones y derechos de un pueblo caigan en el olvido. Y en eso estaba la causa saharaui perdida en disposiciones de la ONU, en planes y contraplanes, de gestiones diplomáticas de demora, hasta que ha estallado esta aparente masacre, esta muestra de fuerza bruta frente a una resistencia rocosa, profunda, una Intifada frente al Reino de Marruecos.

Y lo que ha sucedido tiene mala explicación, los montajes y manipulaciones de los ministros marroquíes son burdas, increíbles, la actitud del gobierno de España pusilánime, la de la posición oportunista y demagógica, y los cooperantes y activistas, apaleados, asustados por el terror, mantiene la dignidad. ZP tiene otro problema más, que no sabe como resolver. La brutalidad y la fuerza desmedida empleada forma parte de un mismo discurso en la zona. Y ahora ya tiene chivo expiatorio: Al Qaeda. Antes se atacaba al Frente Polisario acusándoles de marxistas-leninistas. Sólo cambia el nombre del diablo. Buscaremos en Internet otras imágenes menos manipuladas porque las de las teles huelen mal.