CRíTICA cine
«Imparable»
Koldo LANDALUZE
A estas alturas, parece claro que Tony Scott no está por la labor de variar un estilo que, durante toda su filmografía, ha quedado muy definido. Lo suyo siempre ha sido el frenesí, la montaña rusa sin control y la pirotecnia cuyo deslumbre se diluye de la pantalla en cuanto las luces de la sala se encienden. Fiel a su espíritu videoclipero, el hermano menor de Ridley Scott no traiciona a sus incondicionales y apuesta por el riesgo visual extremo que supone colocar un tren sin freno en mitad de una escenografía de raíles que saltan en pedazos en cuanto se asoma la apisonadora de acero.
Quienes imaginábamos que nos íbamos a tropezar con un remake de la muy notable “El tren del infierno” de Andrei Konchalovsky, hemos fallado parcialmente, ya que el autor se ha inspirado en un suceso real –protagonizado por un tren descontrolado que causó pavor en su incierta ruta– para situar el detonante y epicentro de este volcán visual y sonoro. El sonido juega un papel muy importante a la hora de «rematar» a un espectador que, sin duda, no quedará indiferente ante el explosivo centrifugado de imágenes que sacuden la pantalla. Tras la experiencia compartida en el remake de “Pelham 1, 2, 3”, Scott ha vuelto a solicitar, por cuarta ocasión, los servicios de un Denzel Washington que aporta cierto empaque a un personaje merecedor de un tratamiento mucho profundo. Aunque ya se sabe que de lo que aquí se trata es de dejarse llevar por un producto de acción de consumo rápido y que al menos resulte entretenido. En ese sentido, el filme no defrauda, porque apuesta por la diversión desmesurada inspirada en aquellas películas de catástrofes que tanto apasionaron en los setenta.
Al igual que el tren protagonista, el filme desconoce el término «freno» e invita al espectador a ser partícipe de un viaje enloquecido sacudido por un repertorio visual de gran impacto. Puro frenesí visual, donde no hay cabida para la reflexión y sí para la diversión sin más.