La primera parte del díptico final no se estrena en 3D
«Harry Potter y las reliquias de la muerte»
Un error de cálculo por parte de los ejecutivos de la Warner deja a la primera parte del díptico final de la saga «Harry Potter» sin el anunciado estreno en 3D. Habrá que esperar al próximo verano para poder ver la segunda parte en dicho sistema, lo que hace suponer que su recaudación entonces será mucho mayor que la conseguida ahora en vísperas navideñas.
Mikel INSAUSTI | DONOSTIA
Asusta pensar que la saga cinematográfica de «Harry Potter» representa sólo una parte de un inmenso negocio del entretenimiento que abarca desde la literatura a los juguetes. En la gran pantalla la única franquicia con la que se le puede comparar es con «James Bond», aunque lo que han conseguido las aventuras del niño mago a lo largo de la presente década supone un récord de recaudación imposible de igualar.
El ciclo lo constituyen ocho largometrajes, mientras que las novelas que ha publicado la autora J.K.Rowling son siete. Desde el principio ha existido un afán por hacer más películas que libros, y para eso siempre se pensó en dividir una de las adaptaciones en dos partes cinematográficas. Hubo un primer intento que no prosperó con «El cáliz de fuego», porque prevaleció el interés preferente de no contrariar a los lectores, que son los mismos fans que luego revisan las películas con lupa. Se llegó a la conclusión de que la legión de «potterianos» aceptaría mejor dicha posibilidad de cara al final, por aquello de que la conclusión de la saga debería ser apoteósica y con el máximo metraje, tanto como para justificar un díptico.
El guionista Steve Kloves alega que para trasladar con fidelidad la última novela a la pantalla la versión resultante debería durar como mínimo cuatro horas y media, pero no todo el público dispone de ese tiempo para ir al cine. Dividiendo en dos partes «Las reliquias de la muerte» se logran cinco horas de duración total, gracias a que cada entrega por separado rondará las dos horas y media.
Lo que da unidad al díptico es el método de rodaje, ya que se ha trabajado de forma continuada durante más de un año. El tiempo total de la filmación varía según las fuentes, pero debió de estar entre los 13 y los 16 meses ya que, a medida que se alargaba, crecía el interés por batir el récord de un rodaje ininterrumpido, hasta ahora en posesión de Stanley Kubrick, quien se tiró año y medio para acabar «Eyes Wide Shut».
La diferenciación entre la parte primera y la segunda de «Las reliquias de la muerte» es más de naturaleza argumental, porque empieza narrando una búsqueda y concluye con la gran batalla final. De esta manera, se ha querido dar un aire novedoso a la despedida de la serie con respecto a los títulos precedentes. Hay una película entera que sirve de prólogo al desenlace definitivo haciendo que, por primera vez, el trío protagónico abandone Hogwarts. Ese viaje es seguido mediante una dinámica cercana a las películas de carretera, aunque más bien se trata de una persecución.
La salida al mundo exterior de Harry, Hermione y Ron crea una inseguridad en el que siempre se había destacado como un líder natural del trío. Harry se siente perdido y sus dudas hacen que sus compañeros pierdan la confianza en él. Deberá confiar en su maestro ausente para reunir la fuerza suficiente para vencer a sus enemigos encontrando esos objetos del título con los que puede derrotarles.
El director es lo de menos
La franquicia cinematográfica de «Harry Potter» es responsabilidad absoluta del productor David Heyman, quien ha impuesto sus criterios con una más que demostrada rentabilidad desde el inicio. Supo marcar su territorio, convenciendo a la escritora J.K. Rowling que le iba a hacer ganar todo el dinero del mundo, siempre y cuando se mantuviera al margen de las adaptaciones. La autora quería a Terry Gilliam como director, pero Heyman sabía que a la saga no le convenía el toque personal de un cineasta concreto. Tampoco iba a ceder a los deseos de Guillermo del Toro o de Shyamalan por dirigir algunas de las entregas. Solamente hizo una concesión a Alfonso Cuarón con «El prisionero de Azkabán», siendo el título que menos ha recaudado de todos.
Para los que no estamos enganchados a la serie y vemos algunas de las películas sueltas, la de Cuarón es la mejor, pero los seguidores del niño mago se quedan con la labor impersonal de David Yates, por mucho que para los no introducidos la anterior «El misterio del Príncipe» resultase soporífera.
El secreto del éxito como productor de David Heyman consiste en hacer adaptaciones que dan al lector justo lo que quiere ver trasladado a la pantalla. Es una fórmula infalible que fuera de «Harry Potter» ha aplicado, por ejemplo, a la versión de «El niño con el pijama de rayas».
No habrá otro como Radcliffe
Nadie duda de que a este ciclo de adaptaciones de «Harry Potter» que ahora acaba le seguirán otros, por la sencilla razón de que la Warner no va a renunciar a la más fructífera de sus franquicias. Lo que sí parece seguro es que no habrá más películas protagonizadas por Daniel Radcliffe, quien quedará como el protagonista ideal difícil de reemplazar. También se pensaba que nunca podría haber otro James Bond en el cine que no fuera Sean Connery, pero hoy es el día en que los seguidores de las aventuras del agente con licencia para matar suspiran por Daniel Craig.
Tal como está el mercado del entretenimiento actualmente, con una industria del cine volcada hacia el consumidor joven, es imposible pensar en un Potter adulto. Y de ahí que Daniel Radcliffe se haya despedido oficialmente del personaje que le convirtió en multimillonario antes de cumplir la mayoría de edad. A sus 21 años puede permitirse el lujo de hacer con su carrera lo que le venga en gana, ya que no tiene ninguna presión para mantener un éxito económico a todas luces irrepetible.
Es consciente de que el público siempre lo recordará como Harry Potter pues, no en vano, fue elegido para el papel dentro de un masivo casting por el que llegaron a pasar casi cuarenta mil aspirantes. Ahí también tuvo la última palabra el productor David Heyman, sin que J.K. Rowling pudiera hacer otra cosa que reconocer el acierto de lo que no era sino la materialización del personaje por ella creado.
A toro pasado no vale decir que el chico estuviera predestinado para el papel, pero tenía bastantes opciones ganadas al ser su madre directora de casting. Como buena conocedora de los problemas de una profesión ejercida de cara al público, lo primero que hizo fue blindar un contrato que asegurara la privacidad de su hijo, protegiéndolo del acoso de los medios. Daniel Radcliffe, al igual que sus compañeros de reparto Emma Watson y Rupert Grint, solamente se han dejado ver en las presentaciones oficiales de las películas, negándose a acudir a fiestas y otros actos públicos ajenos a su contrato.
Dirección: David Yates.
Guión: Steve Kloves, sobre el libro de J.K. Rowling.
Intérpretes: Daniel Radcliffe, Emma Watson, Rupert Grint, Ralph Fiennes, Bill Nighy, Alan Rickman, David Thewlis, Robbie Coltrane, Helena Bonham Carter. Imelda Staunton.
País: EE.UU., 2010.
Duración: 140 minutos.
El chico de Fulham debutó en la televisión con nueve añitos en la serie «David Copperfield», donde ya se codeó con los grandes de la interpretación en Gran Bretaña. Su primera aparición cinematográfica llegó con el inicio de la década en «El sastre de Panamá», dirigida por John Boorman. Justo entonces firmó el contrato multimillonario que le ligaba a la saga «Harry Potter». Para no quedar encasillado en el papel del mago infantil, ha ido combinando ese trabajo principal con otros en el teatro, la televisión y el cine independiente. El más sonado de todos ellos ha sido en la obra «Equus», de Peter Shaffer. M.I.