Maite SOROA | msoroa@gara.net
Mucho miedo al independentismo
Como era de prever, la propuesta de los independentistas para concurrir junto a EA y Aralar en Nafarroa ha revuelto las aguas de la política vasca, que ya venían revueltas.
Ayer María Luisa García-Franco, en «La Gaceta», interpretaba la propuesta como una trampa saducea: «Los 'abertzales' cuentan con las dudas de Aralar para dinamitar Na-Bai y estrenar alianza en Navarra». Pues escuchando a los líderes de Aralar, no parece que tengan muchas dudas.
Iba más allá García-Franco y se permitía incluso una licencia: «Si no fuera porque incluyen el asesinato como método para conseguir sus objetivos políticos, felicitaría a los estrategas de la ilegalizada Batasuna por su habilidad para cambiar los escenarios y obtener colaboradores. En un tiempo récord, hemos pasado de creer que el brazo político de ETA no podría presentarse a las elecciones municipales y forales, a esperar a ver con qué estratagema y con la colaboración de qué tonto útil lo logra esta vez». O sea que creer que todo el mundo tiene el mismo derecho a presentarse a las elecciones es ser un «tonto útil». Ya ven qué concepto de democracia manejan algunas.
Pero tampoco oculta la razón de su angustia: «Si los ayuntamientos pueden aportar infraestructura de apoyo y recursos económicos a ETA, sustituir al PNV en el Parlamento navarro, donde la formación liderada por Iñigo Urkullu no tendría peso suficiente en solitario, sería una maniobra que catapultaría de nuevo al brazo político de ETA al primer plano de la escena política y prepararía el terreno para su desembarco a lo grande en el Parlamento vasco en 2012». Eso será, María Luisa, si la gente les vota. Y si les votan, ¿quién puede impedirlo en nombre de la democracia?
El asunto es que la columnista de la derechona niega legitimidad a los independentistas, y aseguraba: «La legitimidad es un concepto clave en democracia, a pesar de la confusión que crean en torno a lo que realmente significa personas como el ex presidente Felipe González». A eso, en castellano cervantino, se le llama mezclar churras con merinas. El problema de García-Franco es que se cuenta entre quienes creen en un despegue espectacular del independentismo.