Victoria Mendoza Psicoterapeuta
Folclore del político español
Todos estamos sintiendo la marea alta y otros estamos dentro del lodo, pero no acabamos de reaccionar, no despertamos. Seguimos compitiendo en quiénes vamos a resistir más y mejor la crisis
Dentro del folclore español, estamos mal acostumbrándonos a ver como natural una serie de incoherencias sociales, culturales y políticas. Por ejemplo, condenar que haya presos políticos en Cuba, pero no hablar de los presos políticos vascos dispersados; denunciar la falta de derecho que existe en otros países, pero no admitir que el Estado español comete diariamente una serie de conculcaciones de derechos hacia muchos colectivos, sectores y ciudadanos; hablar de crisis y miseria cuando aquí mismo estamos padeciendo el hambre y la miseria; condenar la violencia de todo tipo, bien sea terrorismo o hacia las mujeres, pero en ningún momento querer condenar la violencia que se comete contra muchos colectivos. Y ahora, precisamente, lo que está padeciendo el pueblo saharaui, incluidos periodistas españoles que están sometidos no sólo a actos y agresiones violentas, sino también a una serie de conculcación de derechos.
Y es que el Estado español desde siempre intenta dar lecciones de moral, de principios, de valores y de democracia, cuando muchos de los mal llamados representantes y portavoces políticos ni tienen una idea clara de lo que es realmente la justicia social ni saben realmente lo que significa equidad social y política, por lo que resulta complicado creer sus discursos demagógicos acerca de lo que son democracia, libertad y derechos humanos.
Los políticos han tardado demasiado en admitir lo que todos veíamos y empezábamos a sentir, tardaron mucho en reconocer que había y hay crisis económica, paro, desempleo y un gran aumento de gente sin recursos económicos, ni siquiera los básicos, trabajo, vivienda y sobre todo posibilidad de poder resolver las necesidades de alimentación y salud.
Y, a pesar de todas estas irregularidades e injusticias, a pesar de que todos estamos sintiendo la marea alta y otros estamos dentro del lodo, no acabamos de reaccionar, no despertamos. Seguimos compitiendo en quiénes vamos a resistir más y mejor la crisis y buscando mil formas de que no nos alcance ni nos pisotee del todo la pobreza, el paro o cualquier otra consecuencia de una mala gestión política.
Deberíamos estar exigiendo a los políticos que renuncien a sus salarios millonarios, que se dejen de tanta hipocresía, que dejen ya de mentirnos y que reconozcan no sólo su incapacidad política para gestionar y resolver nuestras demandas, sino también la falta de sensibilidad y empatía hacia nuestros múltiples problemas.
Y lo que más debería preocuparnos es la falta de reacción y acción, el quedarnos tranquilos en estado catatónico sin saber qué decir, contra qué protestar y qué hacer, por eso mismo creo que es importante que hagamos una gran labor de sensibilización que incluya formación, información de la crisis que estamos viviendo y empezar a recoger propuestas y compromisos sociales desde todos los colectivos y los distintos agentes sociales.