Juan Carlos Ibarra 2010/11/16
Solidaridad
La solidaridad está bien siempre que no cueste un duro. La simpatía hacia el pueblo saharaui y la antipatía hacia el régimen marroquí (...) duran lo que dura la advertencia de perder un aliado. La muy progresista ministra Trinidad Jiménez convierte sus credenciales en papel mojado con el sudor frío que le produce enemistarse con el reino alauí. La Unión Europea contiene su tímido impulso de exigir, al menos, el respeto a los derechos humanos, porque ahora mismo está negociando con Marruecos la renovación del acuerdo de pesca. Y el régimen de Mohamed VI aprovecha para acercar el ascua del conflicto saharaui a su sardina. Mientras los policías marroquíes masacran a los saharauis que exigen la autodeterminación para su pueblo, los demócratas y progresistas de toda la vida son capaces de mirar para otro lado sin que se les caiga la cara de vergüenza. Necesitan pruebas antes de actuar de forma contundente contra un gobierno aliado, afirman, cuando en realidad deberían decir que lo que necesitan es tiempo para que pase este temporal y, después, pelillos a la mar. La solidaridad con los pueblos oprimidos está muy bien para cubrir la travesía de la oposición al gobierno, para marcar diferencia con el facherío. Una vez instalados en el poder, ya se puede empezar a actuar como gobernantes de verdad, de los que besan las banderas y a lo tiranos (...).