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Vidas sesgadas que son más que víctimas colaterales de 50 años de conflicto

Melitón Manzanas es considerado hoy oficialmente como «víctima del terrorismo», pero no ocurre lo mismo con Joxe Mari Quesada o María Mercedes Ancheta, muertos tras pasar por sus manos. Euskal Memoria ha hecho aflorar dece- nas de historias trágicas derivadas del conflicto que llevaban décadas totalmente ocultas, que simplemente no fue- ron noticia o que se trataron como meros sucesos.

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Ramón SOLA

La investigación llevada a cabo por la fundación Euskal Memoria sobre el periodo 1960-2010 ha permitido sacar a la luz varias decenas de muertes que nunca han sido conocidas o nunca han aparecido vinculadas al conflicto armado en Euskal Herria, pero que no se hubieran producido sin su existencia. La casuística es muy variada: fallecidos a consecuencia de la cárcel, de detenciones, de torturas, de cargas policiales, de controles, de persecuciones... pero todas tienen un denominador común. No aparecen en los listados de víctimas manejados hasta el momento, una cuestión de plena actualidad. De hecho, esta semana GARA informaba de que el Gobierno de Lakua ha encargado a una empresa externa elaborar el listado de «las otras víctimas». Muchos de los 474 casos de muertos por la represión censados por Euskal Memoria, de 1960 hasta 2010, nunca han sido víctimas, ni siquiera «colaterales».

Este periódico ha tenido acceso al material recopilado, que verá la luz en la próxima Feria de Durango y se distribuirá después sólo entre los promotores de la fundación. Llama la atención que los casos catalogados ahora no sólo se remontan a los años 60 y 70, más opacos informativamente, sino que también los hay bastante más recientes. Son dramas humanos a los que nunca se ha dado una dimensión política, y que muchas veces ni siquiera han llegado a ser noticia de alcance. Estos son algunos de los que difundirá ``No les bastó Gernika'':

Fallecidos camino a prisión... en 1969

Habitualmente se considera que el primer accidente mortal producido por la dispersión carcelaria fue en 1982. Sin embargo, en 1969 -año en que se superó la cota de 800 presos- ya hubo una tragedia derivada del exilio y de la prisión. El 26 de julio, el matrimonio formado por Miren Zumalde Romero y Antton Guridi Garai volvía de visitar a Xabier -hermano de Miren- en Lapurdi, donde estaba refugiado. Su otro hermano, Benito Zumalde, se encontraba preso en Burgos. A la altura del corredor del Cadagua, su vehículo se estrelló. Ambos murieron.

De la cárcel a la tumba con 32 años

El de Txomin Muiños Formoso es un caso muy poco conocido de desasistencia sanitaria en prisión con consecuencias mortales. Nacido en Gallarta en 1954, Euskal Memoria refiere que pasó a la clandestinidad tras ingresar en el PCE (r). Sufría la enfermedad de Adison, que requiere de una medicación especial que el joven no podía conseguir si quería esquivar a la Policía. «En setiembre de 1979 fue detenido por primera vez en Gasteiz. Tras diez días en la DGS, donde fue torturado, pasó a la cárcel de Zamora», narra el libro. Salió de prisión a los seis meses y siguió su trabajo político en Galicia, pero en 1980 fue detenido de nuevo y permaneció más de cuatro años preso. «Esto, sumado a las brutales torturas, represión y falta de atenciones médicas, sumió a Txomin en una profunda crisis mental, que le llevó a la muerte al poco tiempo de salir de la cárcel, concretamente el 3 de enero de 1986». Conclusión: «Si hubiera sido atendido correcta y farmacológicamente en prisión, seguiría entre nosotros. Tal vez enfermo, pero vivo».

Joxe Mari Quesada, víctima de Melitón

Joxe Mari Quesada era vecino del barrio donistiarra del Antiguo. Fue detenido numerosas veces a partir de 1961 y encarcelado dos años bajo la acusación de apoyar económicamente a familiares de presos. En 1965 se le juzgó por pertenecer a ETA. Entre tanto, se ha constatado que fue citado personalmente por Melitón Manzanas, el jefe policial de Gipuzkoa, en el Gobierno Civil, «donde padeció largos interrogatorios y repetidas sesiones de tortura. Falleció el 17 de enero de 1968 a los 35 años, tras desarrollar un abceso en la cabeza fruto de los numerosos golpes que recibió, tanto en sus detenciones como en las manifestaciones de la época. La última de ellas, el Primero de Mayo de 1967 en Donostia, cuando llegó a casa en muy mal estado, aquejado de una intensa cefalea», relata Euskal Memoria. Melitón Manzanas es reconocido oficialmente como víctima al haberle matado ETA; Joxe Mari Quesada, no.

Tres casos de brutalidad franquista

``No les bastó Gernika'' recoge otros casos más de muertos de la tortura franquista totalmente obviados y, por tanto, olvidados. El más tétrico es el de María Mercedes Ancheta, nacida en Venezuela de padres vascos y detenida en Donostia en la redada que siguió al atentado contra un tren de ex combatientes franquistas en 1961. El diario ``El Nacional'' de Caracas detalló las «salvajadas» atribuidas también a Melitón Manzanas, incluidos abusos sexuales irreproducibles por su brutalidad. Tras ocho días en comisaría, salió muy malherida y falleció en Caracas, 46 días después. Era el año 1961. Once años después moriría Juanjo Munduate, vecino de Basauri, a quien las torturas le produjeron episodios de ataques epilépticos, uno de los cuales acabó con su vida en los meses siguientes. Y el mismo año perdió la vida Alfredo Valcárcel, un pintor de Arrigorriaga torturado en la comisaría de Indautxu. «La Policía sabía que sólo tenía un riñón y se centró en él, haciéndole orinar sangre y perder el conocimiento (...) Falleció años más tarde, una vez recuperada la libertad, como consecuencia de las lesiones renales que arrastraba».

Dos controles policiales trágicos

En estos 50 años se han contabilizado numerosas muertes por tiroteos o emboscadas en controles de carretera, pero también algunos casos de «accidentes» muy poco conocidos. Uno de ellos ocurrió hace apenas cuatro años, el 10 de marzo de 2006, cuando una vecina de Pasaia de 63 años murió en el alto de Gaintxurizketa al chocar con un todoterreno de la Guardia Civil. El asunto fue tratado como un suceso de tráfico más. Otro tanto pasó con la muerte de un vecino de Plentzia de 50 años en el peaje de la A-15 en Zuasti, el 15 de febrero de 1998. Falleció en una colisión en cascada provocada por un control de la Guardia Civil que estaba destinado a identificar a quienes regresaban de un mitin nacional de HB en Iruñea.

El despiste mortal de un escolta

Corría octubre de 1970, tiempos de gran conflictividad laboral en Nafarroa. Anacleto Rebolé Irigoyen, un conductor de la empresa Potasas de Navarra de 38 años, murió al acudir al pie de los pozos mineros junto al pagador de la empresa. Iban acompañados, a modo de escolta, por un guardia civil al que se le disparó el subfusil que portaba. «El único tiro alcanzó a Anacleto, que falleció antes de poder ser atendido en un hospital», recoge esta investigación. Había nacido en Irunberri. Algo más al norte, en Luzaide, vivía todavía entonces Kepa Josu Etxandi, un car- pintero de 39 años. Murió el 3 de octubre de 1975 al ser ametrallado en un control de la Guardia Civil. Sobrevivió en un principio, pero falleció tras varias operaciones en el Hospital de Navarra. Se trata de dos casos que fueron recogidos por los medios en su momento, pero a los que nunca se ha dado relieve político alguno, y que en consecuencia nunca han adquirido la consideración de víctimas.

Ametrallado en un percance de tráfico

El de Manuel Andueza Elizalde es otro nombre que no consta en la historia. Tras crecer en Estados Unidos, hijo de dos exiliados del franquismo, a finales de los años 60 decidió regresar a Bera, la localidad familiar. El 17 de julio de 1970 acudió a Donostia, donde tuvo un pequeño accidente de tráfico: «Apareció la Guardia Civil. Manuel se había puesto de acuerdo con el otro damnificado, pero los policías no pararon de importunar: explicaciones, documentación... Se inició una acalorada discusión, en el transcurso de la cual uno de los guardias civiles disparó en tres ocasiones contra el vecino de Bera. Los tres balazos impactaron en el pecho de Andueza, que murió en el acto».

víctimas

mortales de la represión, en sus múltiples formas, ha recopilado Euskal Memoria en su primera gran investigación, relativa al periodo entre 1960 y 2010.

Bederatzi hildako Guardia Zibilaren eta Ertzaintzaren tiroek eragindako bi istriputan

Askotan nabarmendu izan da gatazka armatuaren ondorioz -edo gatazka armatuaren aitzakiarekin- Euskal Herriak Europako poliziakide eta pistola tasa handienak dituela. Gainera, adibide sinple bat ematearren, errepideetako kontrol kopurua ere ezohikoa izanik, «gertaera» latzak izateko arriskua biderkatu egiten da. Hilketa ugari eragin ditu egoerak; gainera, behin tiro eginda, ezinezkoa da tiro egiterakoan poliziakideek gogoan zutena ezagutzea. Emaitza, edozein kasutan, beti da berbera: heriotza.

Ikara sortzeko modukoa izan zen, adibidez, 1975eko urtarrilaren 18an Asuan gertatutakoa. Bost lagun hil ziren Guardia Zibilaren tiroetatik ihes egin nahian ari zirela; horietariko lau, umeak. Gertaera huts bat balitz bezala azaldu zen hedabideetan; gainera, hildakoak ijitoak zirela nabarmendu nahi izan zen. Antza denez, guztiak zihoazen furgoneta geldiarazi nahi izan zuten guardia zibilek, eta, horretarako, «tiro egitera behartuta izan ziren». Ihesak Asua ibaian izan zuen amaiera. Mariano Herediak, gidariak, tiro bat zuen buruan, eta, berarekin zihoazen lau umeak -hiru eta zazpi urte bitartekoak-, ito egin ziren. «Inork ez zuen tirorik egin, Guardia Zibilak bakarrik», laburbiltzen du Euskal Memoriak. Egunkarietan honelako titularrak agertu ziren: «Lau ume itota eta ijito bat tiroz hilda. Dirudienez, zaldi batzuk lapurtu zituzten aurretik».

Urte odoltsua izan zen 1975a Euskal Herrian, baita 1983a ere. Azken urte horretan lau hildako eragin zituen istripua gertatu zen; oraingoan, lanean hasi berria zen Ertzaintzak eragin zuen. Lazkaotik Alegiara bitartean, 15 kilometrotan zehar, auto baten aurka tiroka joan ziren ertzainak; antza, barruan zihoazenak lapurreta bat prestatzen ari zirela uste izan zuten. Oker ziren. Autoa errepidetik irtetean, barruan zihoazen lau lagunak hil ziren: 21-22 urteko hiru gazte eta urtebeteko haur bat, hildako bi lagunen semea. Beasaindarrak guztiak. «Samina izugarria izan zen, baina EAJk Ertzaintzari erabateko atxikimendua adierazi izanak sarraskia irizpide politikoetan oinarrituta epaitzea ekidin zuen», aipatzen du Euskal Memoriaren ikerketak. GARA

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