«Siempre nos pasa algo», lamentaba Joaquín Caparrós el sábado, en un tono similar al que se le escuchó tras las goleadas ante Sevilla y Villarreal. La solución a la sangría defensiva que sufre el Athletic cada vez que se aleja de San Mamés tampoco suena a nuevo: «invertir mucho tiempo para trabajar con los futbolistas y mejorar ésto».

Lo cierto es que ya han transcurrido casi tres meses desde que arrancó la temporada, un tercio de la competición, y «ésto» no mejora. No es cuestión de hacer sangre por la manita que le cayó al Athletic ante una máquina como el Real Madrid, que cuenta sus partidos en el Bernabéu por goleadas. Pero los cinco que encajó el equipo el sábado vienen a engordar unas estadísticas que le sitúan como el segundo defensivamente más débil de la categoría. Y eso sí es un problema.

Lo más llamativo es que tres cuartas partes de esos 23 goles han llegado lejos de San Mamés y que casi la mitad se han debido a despistes, fallos tontos..., en lo que se viene a conocer como errores puntuales. En el caso del Athletic han dejado de serlo, teniendo en cuenta que se repiten jornada sí, jornada no. Han pasado de la anécdota a la sangría. La historia del córner a favor que desencadena un contragolpe en la propia portería se sufre cada semana, aunque afortunadamente el balón no siempre acabe en la portería. Los despistes que habilitan rivales también abundan y la guinda la están poniendo los errores bajo palos. Al menos cuatro goles hay que apuntárselos al debe de Gorka Iraizoz lo que, coincidiendo con su proceso de renovación y algunas declaraciones del navarro que no fueron muy bien recibidas, le han colocado en el ojo del huracán.

Si en el caso de los desajustes y despistes defensivos, Caparrós pide tiempo para trabajar, en el del guardameta se muestra tajante. «Gorka será titular el próximo domingo». Ahora sólo falta que la fórmula funcione, porque los errores puntuales tienen al equipo anclado a mitad de la tabla y a cuatro puntos ya de puestos europeos.