Frida Modak Periodista, ex secretaria de Prensa del Presidente Salvador Allende
Los polémicos 600 mil millones de dólares
La autora analiza el polémico plan de EEUU para imprimir masivamente 600.000 millones de dólares «que nadie sabe si los tiene». La medida pretende crear «empresas, que den trabajo y productos exportables» made in USA, pero ha concitado grandes críticas, fundamentalmente de China y Alemania. Finalmente se centra en Latinoamérica, considerada un «colchón».
Al mejor estilo bomberil, el gobierno estadounidense quiso apagar el incendio político que se originó con la derrota electoral demócrata, anunciando un plan de inversiones por 600 mil millones de dólares, que nadie sabe si los tiene o los va a imprimir, para seguir jugando al metrópoli, que es lo que viene ocurriendo en la realidad financiera mundial desde hace ya demasiado tiempo.
El debilitamiento político de Obama corre a parejas con la crisis económica no sólo de Estados Unidos, sino también de los principales países europeos. Gran Bretaña está adoptando medidas similares a las de Francia, donde Sarkozy y el parlamento ignoraron las fuertes protestas e implantaron una reforma de la previsión que, unida a la precarización del trabajo, hace aún más vulnerable la situación de los trabajadores. En Londres, el gobierno del conservador Cameron anunció que suprimiría 490 mil empleos para reducir en 83 mil millones de libras el gasto público de aquí al año 2015.Pero además dio a conocer los recortes presupuestales de diversos ministerios, entre ellos educación y defensa, así como el aumento en la edad de jubilación. Y la protesta estalló dos días antes de que se iniciara la reunión del Grupo de los 20 en Corea del Sur.
Los estudiantes ingleses abarrotaron las calles porque se suben las matrículas y disminuye el presupuesto para la educación y los militares hicieron público un documento en que critican al gobierno por jubilar armamento que consideran necesario para defender su permanencia en las islas Malvinas, que son de Argentina aunque ellos las llamen Falkland y las hayan ocupado.
El caso es que la crisis crece en el mundo desarrollado y el plan de Estados Unidos es una amenaza a la ya convulsionada economía mundial y, sobre todo, a nuestros países que hasta ahora han tenido un mejor desempeño y por eso nos miran como solución a sus problemas.
El Plan Obama. De acuerdo al anuncio del gobierno estadounidense, el proyecto consiste en que la Reserva Federal le inyecte 600 mil millones de dólares a la economía de ese país a través de la compra de bonos del tesoro, compras que ya se venían haciendo. El objetivo declarado es crear empresas que den trabajo a los estadounidenses y cuyos productos sean exportables, para paliar el déficit de la balanza comercial.
Aunque no lo han dicho, otra de las razones es que la brecha entre pobres y ricos ha aumentado en el país del norte, donde el 20 por ciento de los estadounidenses que ganan más de 100 mil dólares al año recibió el 49.4 por ciento de los ingresos, en tanto los que se encuentran bajo la línea de pobreza sólo percibieron el 3.4 por ciento. Hacer el anuncio millonario antes de la reunión de Seúl tenía por objeto evitar que Obama llegara muy disminuido como consecuencia de la derrota electoral, pero también se pretendía llegar con hechos consumados, en un intento de evitar cuestionamientos, lo que no fue posible. Paul Volcker, ex director de la Reserva Federal y al que Obama ha designado Director del Consejo para la Reconstrucción Económica, admitió que el nuevo plan generará alta inflación en el futuro. Podría decirse que ya la está provocando con el alza de precios a nivel mundial de las materias primas, pero Volcker piensa que lo importante es tener una estrategia de salida.
Si se recuerda, como han hecho algunos economistas, que las políticas de Volcker desataron la crisis que dio paso a la liberalización de la economía y que a él se debe también el aumento en las tasas de interés que generaron el problema de la deuda externa de los países en desarrollo, el panorama no es muy prometedor, aún sin considerar que si Estados Unidos logra aumentar sus exportaciones intente venderlas a nuestros países en el marco de una competencia desleal.
Las críticas al proyecto de los 600 mil millones de dólares fueron recogidas en un artículo de David E. Sanger en «The New York Times». Ahí se reproduce la crítica de China, que advierte sobre la deteriorada capacidad de pago de Estados Unidos, lo que reducirá su solvencia. Y aquí llegamos a un punto importante, hay que recordar que Estados Unidos se propone disminuir el poderío económico alcanzado por China. El gobierno chino ha comprado centenares de miles de millones de dólares en bonos del Tesoro estadounidense y Washington tiene que andar con pies de plomo, ya China los ha acusado ahora de manipular el dólar para crear empleos en Estados Unidos. Por su parte, la canciller alemana Angela Merkel dijo que el proyecto estadounidense estaba «muy limitadamente concebido» y sugería que el problema se centraba en «una falta de competitividad».
Impacto en América Latina. Así como los tratados de libre comercio terminaron siendo un caballo de Troya contra las economías latinoamericanas, el eventual crecimiento de las exportaciones estadounidenses tendría como destino a nuestros países, tal como en un momento dado nos invadieron los productos chinos debido a su bajo costo, fenómeno que también se registró en Estados Unidos.
Pero la renovada amenaza del país del norte no es la única. Tenemos el dudoso mérito de ser una región ambicionada por quienes fueron antes las potencias coloniales y recomendada por algunos funcionarios internacionales como países que contribuiríamos a la recuperación de los europeos en crisis.
En orden de importancia de los funcionarios, veamos lo dicho por el subsecretario de relaciones exteriores británico Jeremy Browne, quien visitó Chile hace algunas semanas y declaró que su país ha mirado antes hacia otras regiones pero a América Latina le han dado «un nivel muy bajo de atención» y agregó «Queremos cambiar eso. Queremos subir el perfil de Latinoamérica dentro de la política exterior británica» y desde luego, lo que les interesa son las relaciones comerciales, ya no les basta con el Commonwealth.
Por su parte el ecuatoriano Augusto Latorre, economista jefe del Banco Mundial para América Latina, al ser entrevistado por el diario «El País» respondió cuando le preguntaron si el ajuste emprendido por España afectaría las relaciones con nuestra región:
«Independientemente de la composición de la política económica de España y del grado de ajuste, Latinoamérica es más bien una especie de colchón en lugar de ser un punto que le resta fuerza porque la actividad de la inversión española en América Latina se beneficia de que muchos países de la región están participando de una recuperación más fuerte que el resto del mundo, en particular aquellos conectados con Asia emergente».
Ser considerados un colchón no es lo más estimulante, pero al menos se reconoce el mejor manejo económico y financiero de la región, lo que al mismo tiempo nos está indicando que no sólo es necesario sino urgente que América Latina acelere el funcionamiento de los organismos de integración que ha creado y que son su mejor arma de defensa ante la voracidad de los autodenominados países desarrollados.
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