«Ya no vale con recuperar la parte del Estatut que se ha perdido»
ICV es la única formación del tripartit a quien las encuestas no auguran un desplome. Y eso que su anterior cabeza de lista, Joan Saura, ha lidiado cuatro años con la gestión de Interior. Pese a todo, los próximos cuatro años los pasará en la oposición, después de que PSC y ERC hayan certificado la muerte del actual Gobierno.
Alberto PRADILLA
Dolors Camats (Barcelona, 1971) entró en el Parlament en 2006 y durante la última legislatura ha ejercido como portavoz de ICV en la Cámara. Ahora, secunda a Joan Herrera en la lista de los herederos del PSUC, una formación que puede presumir de tener uno de los electorados más fieles del Principat.
Después de siete años de Gobierno, ustedes son los únicos que no han certificado la defunción del tripartit.
No hablamos de reeditarlo tal y como está, sino de refundarlo.
Frente a PSC y ERC, ustedes son los únicos dispuestos a seguir con la fórmula.
En el momento de crisis actual necesitamos girar todavía más a la izquierda. Por eso hablamos de la posibilidad de continuar en el Gobierno. Aunque, en estos siete años, a nuestros socios les han temblado las piernas al confrontar con la derecha.
Su formación fue especialmente dura con el Gobierno de Jordi Pujol. ¿Cree que estos siete años de tripartit han permitido compensar dos décadas de Ejecutivo de CiU?
Seguro que todos no, aunque hoy Catalunya tiene una red de derechos sociales y servicios públicos que no existían. No había política de vivienda ni se dedicó un solo acto para reivindicar la memoria de los que lucharon contra el régimen franquista. Nosotros no solo hemos hecho leyes, sino programas de dignificación de los espacios de la memoria. Se ha hecho más y de forma distinta, y se ha puesto la base para desarrollar el Estado del bienestar.
¿Gestionar la cartera de Interior no les ha perjudicado?
Nunca seremos cómodos en un Gobierno. Nos hemos arremangado y hemos cumplido con los protocolos internacionales, hemos puesto cámaras en las comisarías y hemos incluido un código de ética para que lo cumpla la Policía. Si gestionáramos Industria también dirían que la crisis es culpa nuestra.
No se puede obviar que la actuación del consejero, Joan Saura, ha sido duramente criticada. Se me ocurren las cargas policiales contra los estudiantes que protestaban contra el Plan Bolonia.
Alguien tiene que gestionar la seguridad. Y prefiero que lo haga un partido como el mío, que en el frontispicio pone la democracia, la seguridad, el respeto al trabajo de los profesionales pero también a los manifestantes o a los detenidos. Quizá nos faltó pedagogía, pero ha habido una campaña muy agresiva contra nuestra legitimidad para gestionar las políticas de seguridad.
¿No fue un regalo envenenado de sus socios de Gobierno?
Sí, claro. Pero llevando políticas de Educación también hubiésemos sido un socio injusto porque no hubiésemos permitido una ley como ésta.
¿Se ve en otro Gobierno?
Seríamos más exigentes. Queremos cambiar la realidad, transformar una realidad que consideramos injusta. Una de las maneras más eficaces es desde las instituciones.
Vayamos a lo concreto. Con los números en la mano, ¿se ve dentro de un nuevo Gobierno?
Siendo realistas, está difícil. Pero no vamos a tirar la toalla. La alternativa es un Gobierno de derechas.
Apoyaron el Estatut que, posteriormente, fue recortado por el Constitucional español. ¿Consideran un error este apoyo?
El error es la sentencia. Sabíamos que íbamos a negociar el Estatut, que iba a ser fruto de un pacto político con el Gobierno español y el Congreso. La sentencia se carga el acuerdo y la posibilidad de desplegar la Constitución en un sentido abierto.
¿Cuál es la solución? Ustedes siempre se han mostrado partidarios de la reforma constitucional, pero parece difícil que el bloque PSOE-PP acepte algún tipo de cambio.
No hay solución fácil. Lo principal es unidad respecto a una hoja de ruta común de todas las fuerzas catalanistas. Ya no basta con recuperar la parte del Estatut que se ha perdido por el camino. Ahora tenemos que modificar la Constitución española. Ni el PP ni el PSOE están por la labor. Por eso planteamos el argumento democrático: una mayoría social en Catalunya que se pronuncie a favor del cambio de la Constitución, porque el Parlamento y el Gobierno catalán tienen posibilidad de iniciativa de modificación.
¿La unidad entre los partidos catalanes se terminó el 11 de julio (un día después de la manifestación de Barcelona)?
La noche del 10 algunos ya la resquebrajaron. Sin ese espíritu es muy fácil para las mayorías en el Estado seguir prescindiendo de lo que se pida desde Catalunya.
El recorte del Estatut ha generado la irrupción de nuevas formaciones como Solidaritat, de Joan Laporta, con un discurso independentista pero muy de derechas. ¿Serán ellos quienes capitalicen el descontento?
Hay mucho desengaño y hastío. No sólo por el contenido, sino por el trato. Es muy difícil explicar en un estado democrático que un texto aprobado en referéndum sea mutilado por un tribunal. Ese hastío ha provocado que hoy haya más gente que dude más de la política, una importante abstención y un importante voto en blanco. Además, han aparecido fórmulas políticas que tienen como objetivo canalizar esta rabia mucho más que poner en marcha proyectos de futuro.
¿Zapatero ha traicionado a la izquierda?
Cada día más. Sus propuestas para salir de la crisis son un entreguismo total a las fuerzas neoliberales.
¿Y a los federalistas?
También. Su España plural se ha quedado en el título de la conferencia. El Estatut es la prueba.
Su formación surge del histórico PSUC. ¿Qué queda de esta formación en Iniciativa?
Muchísimas cosas. La memoria, mucha gente, ideas de fondo como la cohesión social.
«Quizá nos faltó pedagogía, pero ha habido una campaña muy agresiva contra nuestra legitimidad para gestionar las políticas de seguridad»