Malditos, malditos y malditos que un buen día cambiaron su suerte. New York Knicks y su eterna nube negra. San Antonio Spurs y su sobresaliente ética de trabajo. Cara y cruz de una misma moneda en la que el éxito es el objetivo y los pasos marcados pesan como una losa.

Los Knicks viven desde hace décadas en la tierra amarga de la desconfianza y el fracaso. Desde que en 1999 alcanzasen las finales en la temporada del cierre patronal que propició una temporada regular de poco más de 50 partidos, los Knicks lo han intentado por activa y por pasiva, pero la sombra de una nueva reconstrucción y el hedor a callejón sin salida no tardan demasiado en aparecer. Grandes fichajes, intercambios gigantescos y entrenadores clásicos y seguros. Todo se ha intentado. Nada se ha conseguido.

Desde hace varias temporadas el banquillo de los neoyorquinos lo ocupa Mike D'Antoni, un soñador romántico que trata de dirigir sus equipos como si aún fuesen los 80 y se pudiese correr y tirar sin miedo alguno. Para esta temporada D'Antoni parecía recibir un refuerzo familiar: Amar'e Stoudemire, a quien ya entrenó en Phoenix hace unas temporadas, recalaría en la franquicia de Manhattan.

El impacto del pívot no ha sido el esperado. Los Knicks ocupan la séptima plaza de la Conferencia Este con 6 derrotas y 8 victorias. El mismo ambiente pesimista de siempre rodea cada partido de los de D'Antoni y los rumores referentes a nuevos movimientos de la franquicia ya comienzan a escucharse.

Hace una semana era Steve Nash, base titular de Phoenix Suns y, por lo tanto, ex compañero de Stoudemire y ex pupilo de D'Antoni, quien saltaba a la palestra. Hubo quien lo colocaba en Nueva York en los intercambios del próximo invierno. Aunque el posible movimiento cuadre, Nash, Stoudemire y D'Antoni vivieron momentos felices en Phoenix, fue desmentido por el base al de pocos días.

Llegue o no Nash a la disciplina de los Knicks, D'Antoni tendrá que hacer carburar un equipo falto de nombres importantes en el que Danilo Gallinari, Wilson Chandler y Raymond Felton son, junto a Stoudemire, los que tiran de una carreta de frágiles ruedas. De momento, Nueva York está en puestos de playoffs sembrando demasiadas dudas.

Pocos cambios

Poco o nada ha cambiado en San Antonio Spurs en las últimas temporadas. Mismos jugadores, mismo cuerpo técnico, rookies sin demasiado impacto y siempre en las quinielas con posibilidades de todo. Sin embargo, su espectacular arranque liguero está volviendo a ponerlos en boca del planeta NBA. 11 victorias por 1 derrota, manteniendo una racha de 10 victorias consecutivas, los colocan en el primer puesto del Oeste junto a Nueva Orleans Hornets.

La fórmula es la de siempre pero algo mejorada. Tim Duncan parece vivir un mejor estado de forma, Ginobili y Jefferson soportan la capacidad anotadora del equipo con fluidez mientras que Tony Parker sigue siendo un hombre orquesta de garantías. Si Greg Popovich puede mantener su voz de mando firme los Spurs volverán a ser un rival de cuidado en mayo. Y esta campaña, la final se juega en año impar, como en los cuatro anillos de los Spurs.