La 52 edición del Festival Internacional de Cine Documental y Cortometraje de Bilbo, Zinebi, uno de los certamenes más veteranos del Estado, arrancó anoche con 73 películas de 89 países a competición, divididas los tres géneros que abarca el certamen: ficción, documental y animación.

La mitad de las obras que se visualizarán en esta edición son de ficción (56,16%), seguidas de las de animación (30,13%), apartado que ha experimentado un importante auge debido a las nuevas tecnologías, y, por último, los documentales (13,69%).

Los premios serán decididos por un jurado internacional, presentado ayer a la prensa, e integrado por la cineasta rusa Irina V. Evteeva; la realizadora británica Emily Wardill; el guionista y director bilbaino Luis Marías; la joven realizadora española Natalia Marín (del colectivo Los Hijos), y la documentalista argentina Ana Cacopardo.

Además de la Sección Oficial, Zinebi aprovechará los ciclos paralelos para mostrar al público el trabajo de varios de sus miembros del jurado, mayoritariamente femenino. Así, la obra de Emily Wardill se proyectará en el ciclo «Guerra fría por amor. Cine y vídeo recientes del Reino Unido». Otro de los ciclos paralelos girará en torno al trabajo de la inclasificable cineasta de animación Irina V. Evteeva (Leningrado, 1956).

«Ojos que no ven»

Además, el festival proyectará hoy a las 18.00, en el Museo Guggenheim, el documental «Ojos que no ven», trabajo de la periodista, realizadora audiovisual y firme luchadora por los derechos humanos y en contra de la tortura Ana Cacopardo. Su obra, «Ojos que no ven», radiografía el mundo carcelario de su país, Argentina, y ha obtenido varios premios internacionales.

Sin tiempo para conocer al resto del jurado -llegaron a Bilbo ayer-, Cacopardo nos habló de Zinebi, evento que conocía «por ser un festival reconocido para los que trabajamos en el circuito del documental», y de su película, «Ojos que no ven».

«En el punto de partida de cada filme siempre hay una conmoción -explica-. `Cartoneros de Villa Itatí' nace de la conmoción de un país que había estallado cuando acabó el ciclo del neoliberalismo encarnado por Nemen y De la Rúa. De pronto, la realidad aparecía bajo la forma de cartoneros...».

«Ojos que no ven», por su parte, «nace de la commoción de haber visitado cárceles de la República Argentina, no en visita guiada para periodistas, sino como integrante de un organismo de derechos humanos», relata Cacopardo. «No habla de las condiciones de detención, habla también de la tortura y la violencia que existe en prisión, sino que cuenta quiénes son los que están entre rejas: los hijos de los 90 y la experiencia fallida del neoliberalismo, que dejó una sociedad fragmentada con unos niveles inéditos de pobreza y de exclusión».

«La tendencia de la sociedad es la de pedir más cárceles, porque la demanda de seguridad cosecha muchos votos», relata Cacopardo, nombrando otra de las discusiones que ha disparado el filme -y el Estado español no será ajena a ella, afirma la cineasta-. «El filme invita a pensar éstas son las cárceles. Y si la solución son más prisiones, nuestro destino como sociedad es muy triste, muy lejano de una sociedad que de más oportunidades. Pues dentro de los penales no están los poderosos».