Exclusión social
El aumento de los «sin techo» deriva en dos muertes en Santurtzi
Sus características respondían al perfil mayoritario de los «sin techo»: hombres, jóvenes e inmigrantes. Y ocurrió en Ezkerraldea, zona en la que los efectos trágicos de la exclusión social se están dejando notar con especial virulencia. Sin embargo, pudo pasar también la pasada semana en Gros (Donostia) o en agosto en Bilbo. Tras el estallido de la crisis, instituciones y expertos admiten no saber siquiera cuántas personas viven en la calle o en casas ocupadas.
Ramón SOLA | DONOSTIA
La pasada semana ardió en Gros (Donostia) un edificio abandonado. Vecinos de la calle Miracruz explicaron que era habitual que personas sin hogar en- traran por la noche y a veces encendieran hogueras para calentarse. En esa ocasión no hubo víctimas, pero ayer otro incendio similar acabó con la vida de dos «sin techo» en Santurtzi.
No se trata de casos puntuales ni de meros sucesos. Sin ir más lejos, en este 2010 han muerto dos personas en similares circunstancias en la localidad cercana de Barakaldo -una pernoctaba en un cajero y la otra en la calle-. Y el pasado 31 de octubre, otra murió cuando dormía en un parking del barrio gasteiztarra de Adurza. El concejal de Servicios Sociales, Peio López de Munain, matizó que vivía en la calle por decisión propia tras haber abandonado un piso tutelado.
La proliferación de este tipo de casos confirma la extensión paulatina y dramática de la exclusión social tras el estallido de la crisis ecónomica. El Ayuntamiento de Bilbo calculó el invierno pasado que cada jornada que pasaba había un indigente más pernoctando en la calle: si en noviembre pasado se computaban 130, para mediados de enero ya eran 180.
Sin embargo, los censos oficiales sólo reflejan la punta del iceberg en el mejor de los casos, y cada vez está más claro que estos números se quedan muy cortos. En Gasteiz, por ejemplo, el Ayuntamiento tiene detectados 48 «sin techo», pero el colectivo Bultzain eleva la cifra hasta al menos 150. La cuestión es que, como se ha mostrado estos días en Donostia y Santurtzi, no todos pasan la noche en la calle o en albergues, sino también en casas abandonadas. Y elaborar un censo resulta claramente imposible cuando muchos de ellos son inmigrantes sin papeles, inexistentes a efectos oficiales y abocados a la exclusión directa ante la falta de trabajo y la inexistencia de una red familiar de cobertura.
Un estudio encargado por la Diputación de Bizkaia y presentado en 2009 bajo el título ``Estudio de perfiles y necesidades de las personas sin hogar en Bizkaia'' remarcó las dificultades para intentar delimitar su número, entre otras cosas «porque hay personas sin hogar que no acuden ni a los recursos más básicos». Los autores recordaban además que a quienes duermen en la calle, albergues o casas ocupadas habría que sumarles los que residen en «infraviviendas o similares». Por ejemplo, el pasado mes de agosto dos niños pequeños resultados heridos al incendiarse una casa en Bilbo, en la carretera Bilbo-Kaxtresana, que se encontraba en muy mal estado, y el año pasado una mujer murió tras quemarse otra vivienda en el casco antiguo de Baiona también en situación muy precaria. La mayor tragedia reciente sufrida por personas excluidas fue el incendio de una pensión en la calle San Francisco de Bilbo en 2006, gestonada por la asociación de apoyo a los «sin techo» llamada La Posada de los Abrazos. Fallecieron cuatro personas. A raíz de aquel luctuoso hecho se creó la plataforma Beste Bi, que trabaja por «darles voz y hacerles visibles».
La dificultad creciente para identificar y cuantificar el número de «sin hogar» no es exclusiva de Euskal Herria. En un informe sobre Madrid del año 2003 se indica que podrían ser entre 300 y 3.500, y en el caso de Barcelona el Ayuntamiento los cifra en unos 800 pero colectivos como la Comunidad de Sant Egidi hablan de 2.000. Lo seguro es que cada vez son más los que no tienen nada.
Santurtzi, el paradigma
Las víctimas del incendio de ayer en Santurtzi respondían al paradigma habitual en estos casos, definido ya en un estudio del Eustat de 2005 pero que se ha agudizado desde entonces. En ese trabajo se destacaba que tres de cada cuatro «sin techo» eran hombres, y en su mayoría jóvenes. Aunque el tramo más abundante (30-44 años) era de mayor edad que las víctimas de Santurtzi (los heridos tienen 18 y 22 años), se calcula que hasta un tercio de estas personas tienen entre 18 y 29 años.
Ya en ese año se remarcaba también el paulatino crecimiento del porcentaje de «sin techo» de procedencia extranjera, que rozaba la mitad (48% frente al 52% con «nacionalidad española»). Tres características, por tanto, que comparten las víctimas del incendio de Santurtzi.
El desempleo es otra característica marcada de este sector. El Eustat concluyó que carecían de puesto de trabajo el 76,41% de los «sin techo» detectados en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa. El estudio rompió también algunos tópicos: así, el 57% tenían un nivel de Educación Secundaria, y más de la mitad de estas personas eran abstemias.
Ezkerraldea
El fatal incendio de Santurtzi confirma también a Ezkerraldea como un «punto negro» en materia de exclusión social, como prueba la labor en la zona de colectivos como Beste Bi o Berri-Otxoak. Durante este año han salido a la calle para denunciar las dos muertes de Barakaldo y otros casos de impacto social, como el de Luis Miguel Santamaría, un parado de 52 años que tras ser desahuciado pasó a pernoctar en su vehículo junto a su hijo de 18 años. Hace un mes, Berri-Otxoak denunció que el alcalde de Sestao había ordenado precintar el coche.
El estudio encargado por la Diputación de Bizkaia había alertado hace un año de que «se estima necesario un albergue en la Margen Izquierda», en concreto en Barakaldo.
Al igual que ocurrió la pasada semana en Gros, vecinos afirmaron que en la casa se hacían hogueras por la noche para poder calentarse.
1.833
censó el Eustat en 2005, pero los colectivos que trabajan en este área lo multiplicaban por dos, y con la crisis su número se habría disparado, sobre todo inmigrantes y familias monoparentales.
75%
Se trata de una característica común en otros países del entorno, y se atribuye a que las mujeres se acogen más a la solidaridad de familiares y amigos en estos casos, tengan hijos o no.
25
de diferencia existe entre la esperanza de vida de las personas que tienen hogar en Euskal Herria y las que no disponen de él. Un cuarto de éstas tiene además alguna patología mental.
Vecinos de la Avenida Iparragirre de Santurtzi destacaban ayer, con una mezcla de tristeza y resignación, que el incendio ha sido «la crónica de una muerte anunciada». El antiguo restaurante Lucas, abandonado hace ya unos quince años, venía siendo refugio nocturno de personas sin hogar, en su mayoría jóvenes, y que en ocasiones encendían fuego para calentarse, aunque se desconoce si éste fue el motivo exacto de siniestro. A la hora en que se desató el devastador incendio -las 6.05 de la madrugada-, la temperatura rondaba los 8 grados centígrados.
A consecuencia del fuego murieron dos personas y resultaron heridas otras dos, todas de entre 19 y 25 años. Los policías locales intentaron entrar guiados por una de las cuatro personas que supuestamente ocupaban el edificio hasta donde se encontraba el resto, momento en el que se produjo «una combustión fuerte». Lograron sacar a otro de los jóvenes, pero los dos restantes perdieron la vida.
Los dos heridos permanecen ingresados en el hospital de Cruces, en Barakaldo, uno de ellos con pronóstico grave y el otro con pronóstico reservado.
El herido grave ha sido ingresado en la Unidad de Grandes Quemados, con lesiones en cara, manos y extremidades superiores, de grado tercero y extensión del 10 por ciento de la superficie corporal. Además, asocia un síndrome de inhalación de humo que ha requerido su intubación orotraqueal y conexión a un respirador.
El otro varón ha sido ingresado en la Unidad de Cuidados Intensivos y presenta intoxicación por inhalación de humo. Está intubado y requiere ventilación mecánica por deterioro de nivel de conciencia. Su pronóstico es reservado.
Los cuatro ocupantes eran de nacionalidad extranjera, según explicó el alcalde, Ricardo Ituarte, que remarcó que «la historia la conocíamos los vecinos y el Ayuntamiento».
En este sentido, precisó que «ha habido más de 20 intervenciones de la policía en este inmueble» en los últimos meses, que llevaron al Ayuntamiento a requerir al propietario para que «derribara el edificio y desalojara a los ocupantes». Una situación similar a la producida la semana pasada en Donostia. Como ocurrió con el edificio de la calle Miracruz, el de la Avenida Iparragirre de Santurtzi puede ser demolido ahora de modo fulminante.
El alcalde puso el acento en que para evitar estos casos «es extraordinariamente importante que, de la misma forma que el Ayuntamiento es el responsable de tomar las medidas en los bienes de dominio público, los propietarios sean conscientes de que ellos son los responsables de tomar estas medidas y máxime cuando el Ayuntamiento ha sido el que lo ha requerido».
La concejala de Ezker Batua-Berdeak en el Ayuntamiento de Santurtzi, Raquel Modubar, acusó al equipo de gobierno, del PNV, de actuar «con negligencia» y ser responsable «por omisión». Añadió que la crisis económica hará que este tipo de casos sigan aumentando y recordó que llevan reclamando un albergue para personas en esta situación de exclusión desde el año 1995. GARA