El idilio entre el Festival de Cannes y el cineasta tailandés Apichtapong Weerasethakul empieza hace seis años, cuando «Tropical Malady» se llevó el Premio del Jurado. No han dejado escapar la oportunidad de concederle ahora la Palma de Oro por «Uncle Boonmee recuerda sus vidas pasadas», decisión corroborada después por el Festival de Sitges, donde se ha llevado el Premio de la Crítica, aunque no se sepa muy bien si se trata de una realización experimental o fantástica. Los tailandeses, ante el reconocimiento internacional, no han querido ser menos y la han seleccionado para competir por el Óscar a la Mejor Película de Habla No Inglesa.

Entre los productores de distintos países que apoyaron al cineasta tailandés está Luis Miñarro, quien siempre consigue premios en los festivales internacionales para los proyectos en los que participa. Conoce muy bien el tipo de cine minoritario que gusta a los jurados, y que acaba conectando con un sector de la crítica. No importa que el resto proteste o patalee, porque es mejor de cara a la polémica. En Cannes y en Sitges las deserciones de la sala fueron el denominador común, siendo muy pocos los que vieron las casi dos horas completas. Mientras los que se habían salido hablaban de tomadura de pelo y concesión al exotismo festivalero, los que aguantaron hasta el final aseguran que Weerasethakul es un genio vanguardista.