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Imanol Intziarte Periodista

Las enseñanzas del maestro Guerrita

Ya han trascurrido casi tres años desde que al Gobierno español le diera por hacer un estudio antropométrico de las mujeres. El objetivo era dar pasos en el camino hacia la unificación en el tallaje de las prendas, que es un auténtico cachondeo. Bautizaron a los tres modelos resultantes como «campana», «cilindro» y «diábolo». La idea era buena, aunque resulta evidente que las marcas de ropa siguen usando como patrón el «arco», por el cual se pasan sin complejos todos los estudios habidos y por haber. Es como si un centímetro tuviera diferente extensión en función de la regla que se utilice para medir. Absurdo.

Quien haya intentado embutirse en un pantalón vaquero «normal» de mujer sabrá que es más fácil sentar cómodamente en un Mini a los pívots David Doblas y Stanko Barac que conseguir meter una sola pierna en esa prenda. No sé quién fue el primer iluminado o iluminada al que se le ocurrió que las mujeres podían prescindir de las caderas, quitárselas como si fueran postizas. Es de suponer que si miles de años de evolución las han hecho así será por algo, ¿no? Lo malo es que han conseguido que en vez de ir Mahoma a la montaña sea la montaña la que vaya a Mahoma. O sea, que haya mujeres que hacen todo tipo de sacrificios para entrar en esas prendas, perdiendo salud y ganando en infelicidad.

A algunos también nos gustaría medir 1,80, tener las facciones de Brad Pitt y que las camisetas ajustadas nos quedaran como a Diego Forlán pero, como dicen que dijo el torero Guerrita, «lo que no puede ser no puede ser y además es imposible». En realidad, yo me había puesto a escribir para quejarme porque es imposible encontrar calzado masculino del número 39, que al final hay que irse o a la sección de niños o a la de mujeres. Pero en el fondo me la trae al pairo, que me he comprado unas zapatillas de tía bien bonitas.

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