Un conflicto secular como el que padecemos las vascas (y los vascos, claro) deja muchas víctimas en el camino. Muchas más, sin duda, que las que se agrupan en esa constelación de organizaciones nacidas al calor de Mayor Oreja. Pero son éstas y no otras las que reciben el favor mediático de los altavoces.

La última iniciativa de ese sector de las víctimas ha sido la de emplazar al Gobierno de Zapatero y Rubalcaba para que aquí no se arregle nada. Las cosas como son.

Y al editorialista de «El Correo Español» y «El Diario Vasco» le ha parecido estupendo: «La declaración de principios resulta oportuna, al adelantarse a acontecimientos que se anuncian en una suerte de efervescencia especulativa». O sea que lo hacen por si acaso las cosas se mueven en la dirección que anhela la inmensa mayoría de la población en Euskal Herria.

Como la cosa no parece fácil de colar, el editorialista se pone en plan condescendiente: «Las asociaciones son conscientes de que no pueden dictar la actuación de las instituciones. Pero son portadoras de una `especial cualificación' moral a la hora de identificar el mal totalitario y los ardides que emplea para perpetuarse». Pues servidora -que se ha leído el documento- juraría que, precisamente, se trata de dictar a las instituciones lo que deben hacer. Repasen el texto.

Como dice el adagio latino, excusatio non petita, acussatio manifesta. Y el editorialista del Grupo Vocento trata de blanquear el asunto: «El documento detecta uno de los peligros que se ciernen sobre la memoria: la impúdica demanda de `generosidad' a las víctimas, convertida en chantaje moral que amenazaría con presentarlas como obstáculo para un final definitivo de la violencia». Lean el documento en cuestión y saquen sus propias conclusiones.

De lo que se trata, en definitiva, es de que los independentistas renuncien a su proyecto y abjuren de su propia historia. Y eso lo revisten con el capote de la ética: «Las víctimas del terrorismo temen con razón que se esté dando una concurrencia de intereses proclive a un final amnésico de la trayectoria etarra por el que los protagonistas o herederos de ésta acaben reivindicándola, intentando legitimarla a posteriori». Se les ve venir desde lejos.