Iker Gallastegi | Getxo
González y su confesión
Es curioso el follón que se ha armado porque Felipe González haya dicho que hace 15 ó 20 años en sus manos estuvo el haber «volado» a toda la cúpula de ETA. Que entonces dijo que no, pero que todavía no está seguro de que hiciera bien. O sea, en primer lugar, admite que él era el señor X, el que decidía si sí o si no. ¡Pero si eso lo sabíamos todos, desde el que puso una X a la cabeza del organigrama de la estructura del GAL (¡por miedo a revelar lo que era evidente!) hasta el partidario más incondicional de González (que prefirió dar la callada política a lo que todo el mundo, él también, sabía).
Por lo tanto, aunque silenciada por los medios de comunicación y rehuida la acusación por fiscales y políticos, el que Felipe González fuese el líder responsable del GAL como, sin duda, también de otros anteriores grupos terroristas estatales, no era ni es hoy noticia, sabiendo además quiénes y cómo eran sus «amigos mentores» sudamericanos.
Lo que más parece haber alarmado a políticos, periodistas, locutores y tertulianos es que González lo haya admitido públicamente, cosa nada frecuente entre políticos. ¡Que lo haya confesado! Pero, claro está, sin acto de contrición alguno, pues todavía duda de si hizo bien o mal al no autorizarlo. Y esa duda suya nos transfiere a todos los ciudadanos otra duda mucho mayor: ¿Habrá dicho sí en otras ocasiones, y cuántas veces? ¡A saber!
Lo cierto es que, aunque haya admitido ser el señor X, goza de plena impunidad. Ningún fiscal va a inculparle. Tampoco el PP, pues entonces podrían saltar chispas y algunas de ellas chamuscar a José María Aznar también.
El crédulo pueblo español y, desgraciadamente muchos vascos también, embaucados por sus líderes políticos, siempre han hecho caso omiso ante todo abuso de poder y hecho terrorista cometido por el Estado español y han seguido viviendo complacientemente. Y hoy, ante esta confesión de González y ante las numerosas actuaciones abusivas del Gobierno y los jueces españoles, harán lo mismo. Mirarán a otro lado. ¡Y en pocos días todo olvidado!