Cuando han pasado justo nueve meses desde ``Zutik Euskal Herria'', esa hoja de ruta sigue dando frutos. La izquierda abertzale hará públicas mañana las bases de un proyecto político y organizativo completamente nuevo, enfocado a la acumulación de fuerzas soberanistas, independentistas y progresistas y comprometido con vías exclusivamente políticas y democráticas. La noticia deja otra vez fuera de juego a quienes intentaron presentar ese ``Zutik Euskal Herria'' como un mero juego dialéctico que no tendría recorrido ni efectos prácticos. Pero sobre todo es un hecho que mira al futuro, que debe servir para reparar el déficit democrático que lastra el panorama político vasco desde la ilegalización y también para «hacer irreversible el cambio político», objetivo declarado de la izquierda abertzale.

Han pasado más de ocho años desde que policías cerraran a mazazos las sedes de Batasuna y políticos y jueces la arrojaran a las tinieblas electorales, en una estrategia política absolutamente repudiable en términos democráticos. No hay más que ver cómo formaciones políticas de Ipar Euskal Herria nada sospechosas de connivencia con el independentismo, como el PS o Modem, se han revuelto contra el intento de exportarla al norte del Bidasoa con el caso de Aurore Martin. Desde esta premisa, la izquierda abertzale tendría legitimidad plena para sostener la demanda de la legalización de Batasuna. Pero eso sólo contribuiría al bloqueo -precisamente lo que ve urgente superar-. Y resulta evidente además que la izquierda abertzale ha asumido el reto de «cambiar nosotros mismos» para cambiar el estado de las cosas.

Por eso, se equivocará de nuevo quien lea esta iniciativa como una maniobra táctica o cortoplacista. No es un instrumento para unas nuevas elecciones o un nuevo tiempo más o menos ambiguo. Es un nuevo proyecto para una nueva era en Euskal Herria. La era de la política. Política en toda su extensión, sin injerencias pero también sin límites de ningún tipo, ni a siglas ni a proyectos.