El ex primer ministro francés Dominique de Villepin prestó ayer declaración ante el juez en relación al escándalo por un posible caso de financiación electoral ilegal que podría implicar al presidente Nicolas Sarkozy y que se ha convertido en la última batalla político-judicial entre ambos referentes de la derecha gala. Durante su comparecencia confirmó sus sospechas de corrupción en torno a un caso de venta de armamento que se remota a 1994 y que podría tener relación con el atentado en el 2002 en Karachi costó la vida a quince personas, once de ellas con pasaporte francés. El gran rival de Sarkozy negó, por otro lado, la relación entre ambos casos.

La cuestión se remonta a 1994, cuando el Estado francés ganó una licitación para vender submarinos a Pakistán, después de pagar más de 80 millones de euros en comisiones a intermediarios, y fragatas a Arabia Saudí.

La investigación no se centra en las comisiones pagadas, que en ese momento eran legales, sino en el posible desvío de parte de esos pagos que, según las acusaciones, volvieron ilegalmente al Estado francés y sirvieron para financiar la campaña presidencial del entonces primer ministro, Edouard Balladur, del que Sarkozy era portavoz.

Balladur perdió en 1995 las elecciones frente a Jacques Chirac, que ordenó revisar aquellos contratos y prohibió el pago de comisiones. De Villepin era secretario general de la Presidencia y mano derecha de Chirac.

La semana pasada, el ex primer ministro dijo que sospechaba de que hubo corrupción, aunque admitió que no había pruebas concretas de la supuesta irregularidad.

Los tribunales investigan también si el atentado de 2002 en Karachi fue una venganza de los servicios secretos paquistaníes por haber puesto fin al pago de comisiones, tal y como mantiene la acusación, que anunció una denuncia contra Chirac y Villepin por haber dejado de abonarlas a pesar de tener constancia del riesgo que entrañaba.

Pacto preelectoral en el PS

En otro posible frente para Sarkozy, la secretaria general del PS, Martine Aubry, prometió ayer un pacto de cara a las elecciones presidenciales de 2012 entre los pesos pesados del partido pese al riesgo de vaciar de contenido el proyecto de primarias «a la americana». «Propondremos una candidatura verdaderamente conjunta», afirmó Aubry, que quiere evitar divisiones en torno a la cuestión del candidato presidencial, cuando faltan 18 meses para los comicios.

Además de ella misma, esos pesos pesados son el director del FMI, Dominique Strauss-Kahn, y Ségolène Royal, derrotada en 2007 por Sarkozy y actualmente su opositora más tenaz.