Algunos de los elementos más exaltados del nacionalismo español asen- tados en Euskal Herria hay que agradecerles, al menos, la sinceridad. Ésa que les nace en los temores por la posibilidad de que el pueblo vasco pueda algún día ser libre para decidir su futuro.

En «La Gaceta» escribe ahora Pascual Tamburri, que nunca deja de llamar la atención.

Ahora se ha descolgado con un artículo en el que advierte del verdadero peligro que representa ETA. Lean, lean: «es un grupo de nacionalistas vascos con unos objetivos políticos perfectamente claros, y con unos medios para alcanzar esos objetivos que -ésos sí- han podido ir cambiando o matizándose. (...) ETA quiere hoy y ha querido siempre la autodeterminación, léase independencia; es decir, la secesión de España y Francia de algunas provincias -las vascas y Navarra en lo que nos toca- y la formación con ellas de un Estado-Nación nuevo y soberano». Bueno, eso también lo quiero yo y no soy de ETA.

Tamburri roza el paroxismo rojigualdo cuando confiesa que «muchos vascos y muchísimos navarros no nos oponemos a ETA porque sea violenta».

Lo expica muy clarito Tamburri: «Son sus fines los que la colocan fuera de la convivencia y los que la hacen adicionalmente rechazable. Una ETA pacificada sigue sin ser un interlocutor aceptable para un partido político democrático y español». O sea que en política no todos los fines y objetivos son legítimos. En la Italia de Mussolini que tanto le gusta a Pascual pasaba lo mismo.

El tío insiste: «ETA es inaceptable porque su objetivo es romper la soberanía del pueblo español, una soberanía que, por cierto, no es creada por la Constitución de 1978 sino que es reconocida por ella y tomada por ella como cimiento». Lo que no dice es cómo se forjó esa «soberanía». En el caso de Nafarroa, con las tropas castellanas del Duque de Alba, otro demócrata como Tamburri.

Pero lo que le preocupa es lo que vaya a hacer el PSOE porque, asegura, «ETA y el PSOE no se aman (...) pero lo que sí es importante es considerar que, pese a no compartir objetivos finales, sí pueden tener en común una parte importante de su camino».