Expediente de regulación de empleo en el Museo
Chillida Leku afronta su peor crisis en su décimo aniversario
El museo Chillida Leku de Hernani, que acoge la obra de Eduardo Chillida, se enfrenta a su peor crisis justo el año en el que se celebra el décimo aniversario de su apertura. Gestionado por la familia del escultor guipuzcoano, el centro ha optado por tramitar un expediente de regulación de empleo, dados los problemas económicos que arrastra por la falta de sponsorización, tanto pública como privada, además de por el importante descenso de las visitas.
Amaia EREÑAGA | DONOSTIA
«Le Journal du Pays Basque», citando a fuentes internas, adelantaba ayer la noticia de la grave situación que atraviesa este hermoso museo, enclavado en el caserío Zabalaga de Hernani. Los gestores del mismo estarían barajando distintas posibilidades para salvar este centro de la crisis a la que se enfrenta, justo cuando se cumplen diez años de su apertura. El periódico de Urruña apuntaba que, entre las medidas posibles analizadas, se contemplaría, incluso, que el museo cerrase sus puertas.
Según pudo saber Gara, de momento las dificultades financieras habrían desencadenado la tramitación de un expediente de regulación de empleo para un periodo de seis meses, que sería puesto en vigor a finales del próximo mes de diciembre. La decisión, comunicada ya a los trabajadores del museo, supondría un duro golpe y sembraría dudas sobre la continuidad de este proyecto nacido como un deseo personal de Eduardo Chillida (1924 - 2002).
Un sueño con problemas
«Un día soñé una utopía: encontrar un espacio donde pudieran descansar mis esculturas y que la gente caminara entre ellas como por un bosque», recordaba el desaparecido escultor sobre su descubrimiento, un día de 1983 y junto a su mujer, Pilar Belzunze, de la finca Zabalaga en Hernani. El caserío, datado en 1543, era el lugar ideal para albergar sus esculturas durante el proceso último de oxidación del material. Restaurado poco a poco, bajo la supervisión del arquitecto Joaquín Montero, a Chillida se le fueron quitando las ganas de vender su obra y el caserío comenzó a albergar una colección, la de su propia obra. Se inauguró el 16 de setiembre de 2000, sólo dos años antes de que el escultor falleciera.
El 16 de setiembre de 2000, y con financiación que salió del patrimonio familiar, abría sus puertas un museo compuesto por el caserío, donde se encuentran las obras de menor formato, y un jardín de 12 hectáreas en el que se mezclan los árboles con las esculturas. Tras un arranque espectacular -«los primeros meses casi morimos de éxito», reconocía en setiembre pasado Luis Chillida, uno de los hijos del escultor y director del museo-, el camino recorrido parece que les ha llevado a enfrentarse ahora a lo que parece una pesadilla.
En un encuentro con la prensa que tuvo lugar con motivo del décimo aniversario, Luis Chillida reconocía que buscan otras opciones para atraer a más visitantes, como realizar exposiciones temporales con otros artistas de nombre, aunque, por las características del caserío, resultaría un poco difícil. «Nos gustaría que este proyecto siga vivo dentro de cien, doscientos años y, para eso, es importante contar con ayudas públicas». La familia lleva tiempo hablando con las instituciones, con las que comparten «intenciones» y «objetivos», aunque la crisis lo dificulta todo. La Diputación de Gipuzkoa, por ejemplo, reducirá un 5 por ciento los presupuestos de Cultura para 2011 respecto a los del año pasado.
En julio pasado se inauguró en Legazpia el Chillida Lantoki, un espacio dedicado al artista vasco, aunque de características bien diferentes, sobre todo porque está subvencionado -de los 1,8 millones de euros de inversión, la mitad la cubren ayudas de Lakua y la Diputación-. El nuevo espacio está ubicado en la antigua Papelera.
En una década de vida, el museo Chillida Leku ha sido testigo de diferentes etapas. La pinacoteca dedicada a la obra del desaparecido escultor Eduardo Chillida fue inaugurada en el año 2000, con unas expectativas que no auguraron el grave calibre que han ido alcanzando sus cifras en los últimos tiempos. Desde que abrió sus puertas al público, por el museo han pasado más de 800.000 personas, un número del que no muchos museos pueden presumir.
Sin embargo, los factores económicos y la propia crisis también han afectado en el desarrollo del centro gestionado por la familia Chillida. Si hasta 2008 contaban con una media de 90.000 visitantes al año, en los dos últimos ejercicios esta cifra ha decaído. Tanto que el número ha bajado a los 60.000 visitantes, 30.000 menos de lo habitual.
Cabe destacar que el mayor porcentaje de sus visitas lo constituyen extranjeros atraídos a este enclave por la oferta turística existente en Euskal Herria y que, por tanto, los vascos completan solamente el 11% de la totalidad de los visitantes. GARA