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El mundial de fútbol de 2018, en rusia

El plan para remodelar Anoeta se queda sin su principal argumento

El proyecto de remodelación de Anoeta para convertir el estadio en un campo de fútbol con 41.000 localidades y sin pistas de atletismo se quedó ayer tarde sin el principal argumento usado de entrada por el Consejo de la Real Sociedad. La organización del Mundial 2018 se ha encargado a Rusia, no a la llamada Candidatura Ibérica. Pero Jokin Aperribay ya dejó claro en la Junta de Accionistas del miércoles que intentarán seguir con el proyecto «con o sin Mundial».

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Joseba ITURRIA |

El «plan A» de la Real Sociedad para lograr el campo de fútbol que desea el Consejo se vino abajo ayer a las 16.40, cuando la FIFA confirmó que será Rusia quien organice el Mundial de 2018. El equipo de Aperribay contaba con que fuera concedido a la candidatura conjunta del Estado español y Portugal, pero ésta quedó segunda. En caso de que se hubiera impuesto, Donostia tampoco tenía asegurado llegar a ser sede o subsede, ya que Bilbo también pensaba aspirar a ello y el criterio habitual de la FIFA es espaciar más las ciudades. Se preveía que al Estado español le corresponderían nueve de las doce sedes, que se elegirían en unos dos años.

Contar con un campo de fútbol sin pistas de atletismo se ha convertido en un objetivo de los últimos Consejos de Administración de la Real. Ya en el 2003, apenas diez años después de la inauguración del estadio, el presidido por José Luis Astiazaran empezó a trabajar, también ante unas elecciones municipales, en el proyecto denominado Gipuzkoarena. El 5 de febrero de 2004, con el equipo en disputa de la Champions, se llegó a presentar con el apoyo de las mismas instituciones y partidos que la década anterior habían decidido que Anoeta debía ser un estadio.

El alcalde, Odón Elorza, dijo recientemente que aquella construcción costó 6.600 millones de las antiguas pesetas (39,8 millones de euros). El Ayuntamiento puso 19,6, la Diputación 7,8, Lakua 6 millones, el CSD 3,6 y la Real 3. Buena parte de ellos se habrían convertido en escombros tanto con el proyecto Gipuzkoarena como con el actual; ambos sólo mantienen las dos tribunas laterales altas.

Tras decaer aquel plan, el nuevo proyecto que impulsa el Consejo de Aperribay, en función del concurso para adjudicarlo a la Real planteado por Odon Elorza, presenta 15.000 metros de uso terciario repartidos en cuatro edificaciones que servirían para sostener la cubierta y para financiar el resto de una obra que cuenta con una previsión inicial de gasto de 80 millones.

La Real ha iniciado las conversaciones y ha encontrado la receptividad de Diputación, Kutxa y Lakua -que se quedarían la propiedad de tres de las cuatro edificaciones- y de la Real -que debería buscar con la explotación de la cuarta el 25% restante del presupuesto de la obra-.

Además, dentro de las condiciones del concurso que planteó Elorza, el club tendría el usufructo del campo 30 años, podría ponerle el nombre e ingresar lo que pagara un patrocina- dor. Luego volvería a poder de Anoeta Kiroldegia, sociedad impulsada por el Ayuntamiento, que es la propietaria del estadio.

Sobre este proyecto, Aperribay declaró el miércoles que «en las conversaciones con las instituciones, intentamos plantear que el proyecto pueda ser realidad con y sin Mundial».

«Es más que quitar las pistas»

Aperribay transmitía que «el objetivo es quitar las pistas, pero es mucho más que eso. El campo debe ser nuestra principal fuente de ingresos y tenemos que pensar cómo gestionamos el aforo. En Atotxa con 11.000 socios ganamos la Liga y en Segunda hemos tenido 20.000. En el año 2000 el Real Madrid por su campo ingresaba 35 millones y este año 154 con 731 eventos organizados en el Bernabéu. Eso, a nuestro nivel, se tiene que hacer en la Real».

Señalaba a sus accionistas que «no tenemos un criterio especulativo». Y admitía que dada la situación económica, «no podemos pedir más esfuerzos», pero añadiendo también que «el Consejo va a trabajar con todas sus fuerzas para intentarlo».

Rusia y Qatar se felicitan mientras Inglaterra recela

La FIFA ha optado por dos destinos futbolísticamente exóticos pero económicamente potentes para los Mundiales de 2018 y 2022. Tras la cita de 2014 en Brasil, siguiendo el turno habitual, el torneo volverá a Europa para recaer en Rusia por vez primera en casi un siglo. Luego, en 2022, volverá a salir a otro continente. La elegida es Qatar, que aparecía como favorita total. En el camino se ha quedadon en el primer caso la Candidatura Ibérica -que fue segunda-, la conjunta de Holanda-Estado belga y la de Inglaterra. En cuanto a la cita de 2022, la opción «subcampeona» fue la de Estados Unidos. Competían también por esta plaza Australia, Corea del Sur y Japón.

La decepción fue acompañada por las sospechas, sobre todo en el caso de Inglaterra, que no organiza un Mundial desde 1966 pese a que Joseph Blatter la saludó ayer como la «madre tierra del fútbol». Londres sospecha que han pagado las informaciones de sus periódicos que revelaban sobornos a miembros de la FIFA. Y pese a que las votaciones se hacían a puerta cerrada, ``The Guardian'' informó de que habían sido eliminados en primera ronda cuando la votación seguía.

En Madrid la depresión también fue grande después de que hace un año quedaran también segundos en la puja por los Juegos Olímpicos de 2016. José Luis Rodríguez Zapatero había estado en Zúrich para defender la opción, al igual que su homólogo británico, David Cameron, pero no el presidente ruso, Vladimir Putin, que sí acudió a Suiza a dar las gracias después.

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