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ELECCIONES EN KOSOVO

Los retos de un Kosovo multicultural

Kosovo alberga varias minorías étnicas. La capacidad de integrarlas en un estado multicultural, lastrada por los problemas derivados de la utilización política de la minoría serbia por Belgrado, influirá en el porvenir de la joven república.

Pablo GONZÁLEZ Pristina

Las minorías en Kosovo representan como máximo el 10% de su población, pero su importancia va más allá de esa proporción. La integración y desarrollo de estas comunidades dentro de la vida de Kosovo es una condición de la UE para una futura integración en su seno de la pequeña nación.

Kosovo tiene alrededor de 2 millones de habitantes. La cifra exacta no se conoce debido al hecho que desde 1981 no se ha realizado censo alguno en la república. La ONU tiene planeado realizar un censo en abril de 2011. La inmensa mayoría la componen los albanokosovares, de lengua y cultura albanesa, en su mayoría musulmanes.

Hay entre 150 y 200.000 miembros de otros grupos étnicos. Entre 70 y 100.000 son serbios cristiano-ortodoxos. Otros 10-15.000 son romaníes (denominación que prefieren a la de gitanos), no tienen idioma propio y utilizan tanto el serbio como el albanés, aunque el segundo está empezando a dominar a raíz de la independencia del país. Entre 25 y 35.000 personas son de etnia ascolí y 20-25 más son egipcios. Los ascolíes llegaron a Kosovo desde Persia, actual Irán, durante el Imperio Romano, mientras que los egipcios llegaron como esclavos desde Egipto durante el Imperio Otomano. Ambas etnias son musulmanas y hablan en su mayor parte albanés.

Las cuatro comunidades minoritarias tienen un peso político desigual y una relación con la mayoría albanesa diferente. Por un lado, los serbios son una fuente continua de conflictos. No participan en la vida política y económica del país, sobre todo los enclaves de mayoría serbia en el norte de Kosovo, que disponen de frontera con Serbia. A pesar de tener diez escaños en el Parlamento de Pristina, un ministro y un viceministro reservados a ellos, hasta la fecha la mayor parte de la comunidad serbia, a instancias de Belgrado, ha ignorado todas las citas electorales.

Diferente es el caso de las comundades romaní, ascolí y egipcia. Tienen reservados cuatro escaños. Participan en las elecciones, pero por ahora los políticos elegidos por esas comunidades se han dedicado a hacer acto de presencia y poco más. No forman ni siquiera un grupo parlamentario propio.

Las repercusiones internacionales de las minorías en Kosovo también varían. La minoría serbia se antoja clave para el futuro. Será uno de los puntos fundamentales en el diálogo con Serbia, Las otras comunidades tienen un peso político y económico menor. Pristina sigue sin tener un acuerdo con la UE sobre la readmisión de sus ciudadanos. La comunidad romaní es una de las más involucradas en este aspecto, ya que ha sido expulsado un gran número de kosovares de esta etnia de diferentes países europeos, sobre todo de Alemania.

Educación

Uno de los aspectos en los que más tiene que trabajar el gobierno de Pristina es el de la educación de las minorías no serbias. En 1988 en todo Kosovo se suprimieron las clases en albanés a instancias del gobierno de Belgrado encabezado por aquel entonces por Slobodan Milosevic. Los albaneses organizaron las suyas propias clandestinas, mientras que los romaníes, ascolíes y egipcios se quedaron sin educación. Boicoteaban las escuelas serbias por solidaridad con sus vecinos albaneses, pero tampoco acudían a las clandestinas. Por esta razón hay entre estas minorías étnicas un porcentaje mucho mayor de analfabetismo que entre las comunidades serbia o albanesa. Existen proyectos como el de la ONG Balkan Sunflowers, que fomentan la asistencia escolar entre los romaníes, ascolíes y egipcios. El trabajo de esta ONG se basa en fomentar el hábito de estudio entre los más jóvenes de estas comunidades, cuyos padres en un porcentaje muy alto no obtuvieron educación alguna. Otra tarea importante es el de la integración en la educación de la mujer, figura tradicionalmente discriminada en estas comunidades.

Financiadas por donaciones privadas y esporadicamente por aportaciones internacionales, Pristina no tiene fondos ni excesivo interés mientras que la UE hasta la fecha tampoco se ha implicado. Quizás hagan falta otra tanda de expulsiones masivas como las ocurridas en el Estado francés para que los 27 empiecen a preocuparse de estas comunidades en su país de origen.

 

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