En el sistema de educación actual debe de haber una asignatura llamada Educación para la Ciudadanía. No sé si en este baúl podrían entrar ensayos tipo «Aproximación al arte, no al chándal», «Teoría del buen gusto, no al chándal», «El arte y la dignidad, no al chándal», «La estética en nuestra vida, no al chándal», «El valor añadido, no al chándal», «La belleza como emoción, no al chandal»... Exposiciones, en todo caso, que sensibilicen al oyente respecto al valor que añade el arte externo (envoltorio, empaquetamiento) a otro arte que no se ve, que está dentro, el sonido. Perder la información del tacto y de la vista, incluso del olor, es despreciar sentidos y sesgar emociones. Sin embargo, tampoco se trata de diseñar cajas, incluir el disco fundamental y luego decenas de tonterías que sólo encarecen el producto final. Excepción, en el caso de Springsteen, donde todo lo incluido posee valor. Repasando el mercado dirigido a las clases media-alta y alta, las cajas más actuales a la venta se llaman, entre otras: Lennon, 149,95 euros. Caja de Metallica, Slayer, Megadeth y Anthrax, 60 euros. Disco de Bowie «Station to station», convertido en caja con cuatro cedés, 120 euros, ¡toma disco!. «The Who at Leeds», con buen material, pero 99,95 euros. «Exile on main st», disco de los Rolling Stones, 120 euros. Discografía de los Beatles en compacto, 199,95 euros. Héroes del Silencio, discografía, 144,95 euros. Discografía Elvis, unos 600 euros. Extremoduro, «20 años», 46,95 euros.