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Raphael pone su lamento a una tragicómica y atroz convulsión interior

«Balada triste de trompeta»

El desmelenamiento de Álex de la Iglesia con su noveno largometraje le valió el triunfo en la Mostra de Venecia, con la obtención del León de Plata al Mejor Director y la Osella al Mejor Guión, gracias al impacto que la película causó en un Quentin Tarantino que oficiaba de presidente del jurado. Es su creación más radicalmente personal, una crónica alucinada de los absurdos del tardofranquismo, donde la inocencia infantil se confundía con el autoritarismo político.

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M.I. | DONOSTIA

Hay una coincidencia absoluta en la consideración de que «Balada triste de trompeta» es la película más salvaje de Álex de la Iglesia, más violentamente tragicómica que ninguna otra, más granguiñolesca que todas las anteriores juntas. Y llama la atención que se haya lanzado a una propuesta tan desaforada, justo en el periodo en que ha ocupado un cargo de responsabilidad como el de presidente de la Academia. Parece que al soltar el lastre físico de los kilos de más que le impedían meterse en el traje presidencial, también ha liberado todas sus obsesiones recurrentes, resumidas en torno a su mito particular de los payasos tristes.

No dudo en que el del payaso tiste acabará siendo el mito de toda una generación, la que vivió el tardofranquismo con sus contrastes absurdos entre el infantil humor televisivo de las cadenas oficiales y la violencia política que se respiraba en las calles, donde manifestarse equivalía a recibir palos. Pero, en medio de tanta locura acumulada en la memoria tiene un sitio guardado por el romanticismo, representado por la presencia femenina de su nueva musa Carolina Bang, con la que actualmente dicen que forma pareja sentimental en la vida real. Y justo es a lo que atribuyen las malas lenguas su repentina pérdida de peso, iniciada desde que la conociera en la serie televisiva «Pluntón BRB Nero». Lo cierto es que la mayor parte del casting procede de aquel programa, durante cuya grabación surgió la idea defnitiva de «Balada triste de trompeta», asociada al protagonismo masculino de Carlos Areces, genuino representante de la ola de humor desquiciado propagada por «La hora chanante» y «Muchachada Nui». Él es el payaso triste enfrentado a muerte al payaso tonto incorporado por Antonio de la Torre.

 

Álex de la Iglesia condensa y potencia su obra

En apenas casi veinte años, desde que debutara en 1991 con el famoso cortometraje «Mirindas asesinas», Álex de la Iglesia ha realizado nueve largometrajes. En su última película está condensado y potenciado tanto lo mejor como lo peor de su personalísimo y desaforado universo. En «Acción mutante», «El día de la bestia», «Perdita Durango», «Muertos de risa», «La comunidad», «800 balas», «Crimen ferpecto» y «Los crímenes de Oxford» habitan esos demonios interiores que conforman un infierno de pesadilla que ahora ha querido exorcizar violenta y brutalmente. De paso, se ha desanudado la corbata de presidente de la Academia. M. I.

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