Análisis | Ocupación de Palestina
Las negociaciones de paz, más estancadas que nunca
Cuando el movimiento palestino de liberación nacional demostró fuerza y combatividad, la sociedad israelí expresó su deseo por una resolución negociada del conflicto. En caso contrario, se fortalecieron quienes suponen que no hay nada que negociar.
Sergio YAHNI Director de Alternative Information Center (AIC) de Jerusalén
El autor destaca que el proceso de negociación entre Israel y la OLP está a punto de fracasar, y subraya la importancia de la estrategia alternativa de reclamar ante la ONU el reconocimiento de un Estado palestino independiente.
El martes de la semana pasada la Administración norteamericana tuvo que reconocer el fracaso de sus esfuerzos de renovar las negociaciones de paz entre Israel y la OLP.
Las negociaciones se habían congelado tras la invasión israelí a la Franja de Gaza en el invierno del 2008-2008 y se renovaron por pocas semanas a principio de setiembre de este año para volver a paralizarse a finales de ese mes, cuando Israel se negó a continuar la moratoria parcial de la construcción en las colonias. Ni siquiera un inédito paquete de incentivos propuesto por EEUU pudo forzar a Israel a renovar la moratoria. Este paquete incluía veinte aviones de combate F-35, un paraguas político-diplomático en las instituciones internacionales y la seguridad que tras tres meses de moratoria Washington no demandará su renovación.
¡No! fue la respuesta israelí a este paquete de incentivos. Esta respuesta nació en el seno del gobierno más derechista de la historia del Estado de Israel que ya gestiona leyes con el objetivo de establecer un sistema legal de apartheid en la sociedad israelí.
Pero este gobierno no es un error histórico que podrá ser corregido en las próximas elecciones. Se trata de un gobierno estable y no existe un bloque parlamentario capaz de sustituirlo, ya que las oposiciones parcialmente democráticas han prácticamente desaparecido de la calle y del Parlamento. Si durante la primera guerra de Líbano cientos de miles de personas se manifestaron en Tel Aviv, y durante la primera intifada hubo manifestaciones de decenas de miles que terminaron derrocando al gobierno de Yitzhak Shamir e imponiendo al Gobierno Rabin que firmó los acuerdos de Oslo, desde el año 2000 las manifestaciones más grandes no llegaron a 10.000 personas.
Pero no se trata solamente de la falta de movilización popular sino también del colapso total de las fuerzas de la izquierda sionista. En las elecciones de 1992 el Partido Laborista y Mertz, un partido de izquierda sionista de tinte socialdemócrata, consiguieron 56 escaños de los 61 y uno que se precisa para una mayoría parlamentaria. En 2009, consiguieron solo 19 escaños.
La situación política en Israel siempre ha reflejado las relaciones de fuerza entre Israel y el movimiento palestino de liberación nacional. Cuando este demostró fortaleza y combatividad, la sociedad israelí expreso su deseo por una resolución negociada del conflicto. En caso contrario se fortalecieron quienes suponen que no hay nada que negociar.
Desde la muerte de Yasser Arafat el movimiento de liberación nacional se encuentra en una crisis extremadamente profunda. Se ha roto la unidad entra las fuerzas nacionales e islámicas y el proceso de negociaciones de un acuerdo interno está paralizado. La lucha se ha atomizado en decenas de focos de resistencia popular donde ninguno es lo suficientemente fuerte para ser más que un fenómeno testimonial. Peor aún, el Gobierno de Mahmud Abbas y Salam Fayyad ha perdido el mayor logro político de la OLP: la soberanía política palestina.
Si en tiempos de Arafat la OLP decídia la política palestina, y muchas veces en contradicción a los intereses de la Liga Árabe, en tiempos de Abbas la Liga Árabe decide cuáles tendrían que ser las posiciones palestinas. Mahmud Abbas se ha convertido en un mero emisario que pasa los informes sobre las propuestas de EEUU para que la Liga decida.
Al mismo tiempo, la mano dura de las fuerzas de seguridad del Gobierno Abbas-Fayyad, controladas y entrenadas por el general Keith Dayton (EEUU), no permite que se desarrolle un movimiento popular en Cisjordania. Los dirigentes de los Comités Populares contra el Muro no tienen que vérselas solo con las fuerzas de seguridad de Israel sino que también son interrogados y arrestados por las palestinas.
Con cierto miedo y cautela el Gobierno y la opinión pública en Israel festejan el fracaso norteamericano. El mayor miedo es que Washington no garantice la impunidad de Israel en el Consejo de Seguridad. Pero la mayoría es optimista, ya piensa que esto no va a pasar.
Por otro lado, los palestinos no están faltos de alternativas unilaterales. Su mayor apuesta seria demandar que el Consejo de Seguridad reconozca al Estado palestino. Si tal resolución es vetada por EEUU, pueden demandar que se aplique la resolución 377 de la Asamblea General, también conocida como «Unión para la Paz», que señala que, en caso de que el Consejo de Seguridad falle al actuar con el fin de mantener la paz y la seguridad internacional, debido al desacuerdo entre sus miembros permanentes, el asunto deberá ser abordado de inmediato por la Asamblea General en una sesión especial de emergencia.
En la Asamblea General la OLP podrá conseguir la mayoría necesaria para establecer un Estado palestino independiente. Claro, para poder adoptar esta línea de actuación el movimiento de liberación nacional tendría primero que restablecer su unidad política y su capacidad de movilización popular ya que se trataría de un enfrentamiento directo con Israel. En segundo logar el movimiento de liberación nacional tendría que reconquistar su soberanía de decisión.