El vicepresidente segundo de la Xunta Xeneral del Principáu d'Asturies [Parlamento], Pelayo Roces, presentó ayer su renuncia como diputado del PP, un día después de que Francisco Álvarez-Cascos anunciara que estaba dispuesto a liderar un nuevo partido, de carácter derechista y españolista, tras su frustrada designación como candidato del PP en las elecciones autonómicas asturianas.

Aunque Roces, afiliado del PP desde 1981, no quiso confirmar si se unirá a la formación que dirigirá Álvarez-Cascos, pero es algo que se da por hecho.

El concejal de Xixón Pablo González es otro de los cargos públicos que ha abandonado el PP para unirse a la formación de Álvarez-Cascos.

El presidente del PP asturiano, Ovidio Sánchez, acompañado por los diputados autonómicos Fernando Goñi y Joaquín Aréstegui, quisieron ofrecer ayer una imagen de calma destacando que «las bajas registradas son insignificantes en cuanto al número y responsabilidades en el partido», destacando que el PP tiene en Asturies 24.000 afiliados.

Sin embargo, la concurrencia de Álvarez-Cascos con una formación alternativa al PP podría privar al partido de Mariano Rajoy de la Presidencia asturiana que predicen las encuestas, al dividir el voto de la derecha españolista.

Actualmente, en la Xunta Xeneral del Principáu, el PSOE tiene 21 escaños, el PP 20, IU tres y Bloque por Asturies uno.

Sánchez destacó que la situación actual del PP asturiano es similar a la que vivió hace trece años cuando Álvarez-Cascos expulsó al que ha sido el único presidente autonómico de este partido, Sergio Marqués, quien posteriormente lideró una formación regionalista, URAS, que desapareció de la Xunta Xeneral en las elecciones autonómicas de 2007.

El CDS confirma contactos

El CDS -formación fundada por el ex presidente del Gobierno español Adolfo Suárez- informó ayer de que personas del entorno de Álvarez-Cascos se han puesto en contacto con representantes de este partido para sondear la posibilidad de que el ex ministro de Aznar encabece la lista para las elecciones asturianas.

De este modo, Álvarez-Cascos se evitaría la necesidad de que tener que registrar una nueva formación antes de los comicios de mayo. En la comparecencia en la que confirmó el domingo su marcha del PP, Álvarez-Cascos comparó su decisión con la dimisión de Suárez en 1981, destacando su «fuerza moral».