Calor en Gasteiz, ¿frío en Nafarroa?
Basta ver la foto de portada de este periódico para apreciar que el acuerdo a tres bandas firmado ayer en Gasteiz es una excelente noticia para sus firmantes, y que los lazos entre la izquierda abertzale, EA y Alternatiba no se quedan en un mero papel, ni suponen un simple deshielo, ni reflejan una apuesta cortoplacista. Usando un término de moda -y dejando claro que en realidad no se trata más que de un acuerdo político sin integración de siglas ni de equipos-, la imagen gráfica es la de una «fusión caliente».
No se trata sólo de una buena noticia para los firmantes, sino que lo es para todos los vascos independentistas, soberanistas y de izquierdas, dado que el acuerdo supone una palanca nueva para el cambio político y social. Y es también una buena noticia porque rompe con varios falsos tabúes, como que en este ámbito es más difícil llegar a acuerdos que en otros (léase pacto PSE-PP en Lakua), que hay que resignarse a dinámicas de fracturas y escisiones, que la izquierda abertzale y su amplio capital humano son un espacio difícilmente operativo en las actuales circunstancias, o que la ilegalización constituye una barrera infranqueable para pactos. La firma de Gasteiz reduce todos estos argumentos a lo que son en realidad: excusas.
En esta encrucijada histórica, la suma de fuerzas por la autodeterminación o por el mantenimiento del Estado de Bienestar no sólo es deseable; también es posible, como han demostrado la izquierda abertzale, EA y Alternatiba priorizando lo que les une y pactando la gestión de lo que les separa. Un encuentro cálido que debe servir de lección para otros escenarios que también reclaman respuestas urgentes, como las elecciones al Parlamento de Nafarroa. Nadie entendería que se echara un jarro de agua fría sobre la posibilidad de una candidatura conjunta que pueda disputar la hegemonía a la derecha navarra. Y menos aún que eso lo hicieran quienes, en una coyuntura mucho menos propicia para avanzar, crearon la fórmula de Nafarroa Bai afirmando que la suma de fuerzas era el único camino de futuro.