Martin Garitano Periodista
La opción de Zapatero
A nadie se le escapa la importancia de las próximas elecciones de mayo. De los resultados que ofrezcan las urnas dependerá, en buena medida, la reedición de los pactos unionistas que hoy gobiernan en Hego Euskal Herria o un sustancial cambio en la correlación de fuerzas en ayuntamientos, diputaciones y el Gobierno de Nafarroa. Concluyamos, pues, que no es cuestión baladí.
Y son también importantes porque van a suponer para el Gobierno de Rodríguez Zapatero la verdadera prueba del algodón democrático cuando tenga que elegir entre alzar el pulgar o señalar al suelo ante los estatutos del partido que presentará la izquierda abertzale este mismo mes. Tampoco es moco de pavo.
Rodríguez Zapatero se enfrenta ahora a la disyuntiva de elegir entre mantener el control de Hego Euskal Herria en manos del unionismo o avanzar hacia la normalización política que posibilite la paz y poder así presentar un logro histórico ante una opinión pública española que cada día le da más la espalda.
Pero el presidente español sabe -tiene constancia fehaciente- que, en cualquiera de los dos casos, el partido se va a seguir jugando y que en la sociedad vasca han empezado a aflorar lo que hasta el momento eran corrientes subterráneas y no ha de tardar mucho en conformarse un verdadero tsunami soberanista que hará imposible el mantenimiento del actual statu quo de negación de la nación vasca y de imposición del marco rojigualdo.
Y sabe -si no es un perfecto inconsciente- que la comunidad internacional le va a demandar que no haga oídos sordos a lo que ETA ya ha dicho y lo que vaya a decir. Porque desde ese ámbito internacional le están diciendo que jugar al tancredismo político, esperando en medio del ruedo a que las cosas se resuelvan por desistimiento del contrario, no es de recibo: Y que el tren de la Historia no para dos veces en la misma estación.
No es fácil adivinar cuál vaya a ser la opción por la que se incline el presidente español, pero tengo la convicción de que en el independentismo y el soberanismo vascos se ha optado por rechazar el cortoplacismo, la mirada a lo inmediato. Hay una apuesta estratégica, mirando al futuro. Y aunque hay árboles, el bosque se ve con nitidez.