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REPORTAJE | la batalla de orreaga EN UN DOCUMENTAL

«La Chanson de Roland», historia y leyenda

El próximo día 28 se estrena «778-La chanson de Roland», un largometraje documental dirigido por el holandés Olivier van der Zeer. Pasado y presente se funden en esta producción que se adentra en los pasajes de leyenda e historia escenificados en Orreaga.

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Koldo LANDALUZE I

El rey Carlos, nuestro emperador, el Grande, siete años enteros permaneció en España: hasta el mar conquistó la altiva tierra. Ni un solo castillo le resiste ya, ni queda por forzar muralla, ni ciudad, salvo Zaragoza, que está en una montaña. La tiene el rey Marsil, que a Dios no quiere. Sirve a Mahoma y le reza a Apolo. No podrá remediarlo: lo alcanzará el infortunio». Así se inicia «La chanson de Roland», un poema épico compuesto por varios cientos de versos escritos a finales del siglo XI y que fue atribuido a un monje normando llamado Turoldo. Se trata del cantar de gesta más antiguo escrito en lengua romance en Europa y la copia más antigua de esta obra, rebautizada como «Manuscrito de Oxford», fue escrita en anglo-normando alrededor del año 1170 y consta de 4.002 versos decasílabos. Leyenda e historia se confunden en unos versos que alteraron por completo la crónica de lo que pudo haber ocurrido realmente.

Por Errozabal, por la cumbre de Ibañeta (Summitas montis Vasconum) zigzagueando por entre los estrechos desfiladeros, avanza el ejército más poderoso de la tierra. Lo dirige Carlomagno, el rey de los francos, y su invencible escuadra está compuesta por mesnadas que provienen de todas las tierras y pueblos que ha conquistado. Regresa enfurecido de Zaragoza, donde Amil Ibn al-Arabí se ha negado rendirle pleitesía y ha cerrado sus puertas al invasor. En su camino de regreso, Carlomagno lega su rastro de destrucción y venganza.

Iruñea ha sido destruida. El sol golpea las ruinas de la capital de los Vascones en este 15 de agosto del 778. El poderoso monarca desconoce en ese instante que, avanzada la marcha, sufrirá el mayor castigo militar que haya conocido. La retaguardia de su ejército, comandada por su sobrino Roldán e integrada por buena parte de la tropa de élite de su ejército, será emboscada en las gargantas profundas de Luzaide.

Una lápida lanzó la pista

Pero, al contrario de lo que afirma «La chanson de Roland», quienes perpetraron este ataque no fueron los sarracenos, sino los propios vascones. En este punto se inicia el largometraje documental dirigido por el cineasta holandés Olivier van der Zee «778-La Chanson de Roland» (una coproducción de IDEM, La SMAC, ITP y Modélika) en el que el autor, además de relatar los sucesos que derivaron en la llamada Batalla de Roncesvalles, quiso aportar nuevos datos relacionados con hallazgos arqueológicos con los que se pretende datar con precisión y demostrar definitivamente este suceso histórico.

«Cuando vine a vivir al País Vasco -dice Olivier van der Zee-, me trasladé a Pasai Donibane y di con un monumento que está justo en frente del embarcadero que comunica con Pasai San Pedro, el Humilladero de la Piedad. En su interior se guarda una lápida conmemorativa de la participación de pasaitarras en la Batalla de Roncesvalles. En esa placa figura la palabra `Vascones' y cuando yo estudié en mi infancia `La chanson de Roland', no se hablaba de la presencia de los vascones en aquella batalla. Yo desconocía todo lo relacionado con la cultura y la vida de los vascos en el siglo VIII y fue la gente del pueblo la que me contó que sus antepasados, con palos y piedras, derrotaron al ejército invasor de Carlomagno. Tampoco me tomé muy en serio esta versión, así que proseguí mi investigación y, a medida que avanza en ella, cada vez me suscitó mayor interés».

En el largometraje, varios historiadores narran los pasajes de esta crónica que se inicia en Oxford -donde se encuentra el manuscrito más antiguo de «La chanson de Roland»-, se prolonga hasta la catedral de Aquisgrán -donde yace enterrado Carlomagno- y culmina en los paisajes reconocibles de Orreaga. Es aquí donde el pasado cobra forma con la recreación del paso del ejército franco y el presente se bifurca en dos excavaciones arqueológicas. «El documental se compone de varias fases -cuenta su director-. Por un lado, tenemos la recreación ficticia del paso del ejército. Seguimos desde el presente las etapas de aquel viaje y finalmente asistimos a las investigaciones paralelas que realizan dos arqueólogas que pretenden esclarecer qué ocurrió y quienes tomaron parte en aquella emboscada».

Misterio sin resolver

Lo que ocurrió en la Batalla de Orreaga sigue siendo un enigma histórico: ¿Cómo fue posible que un pueblo de montañeses derrotara al ejército más poderoso de la tierra? Está claro que algo ocurrió porque así lo confirman las crónicas del siglo IX y X. La cuestión inevitable es ¿por qué en «El cantar de Roldán» no aparecen los vascos y sí los sarracenos? «Es muy sencillo -responde Olivier-. Este poema épico era propagandístico. Su función fue la de convencer a los nobles para que participaran en las Cruzadas y los sarracenos eran la viva representación del infiel. Además, una gesta heróica como la de Roland no hubiese sido la misma si se trataba de los vascones, que eran un pueblo mucho menos importantes».

Uno de los aspectos más atractivos de la película es la recreación del ejército franco. Para el autor fue uno de los momentos más satisfactorios «¡Era fantástico... como viajar a través del tiempo! Los extras se volcaron a la hora de participar. Los yelmos, las cotas de malla, las armas... todo es artesanal. Recuerdo cómo tallaban sus escudos poco antes de iniciar las tomas. Cuando escuchabas el casco de los caballos o veías a los soldados asomarse entre la bruma de los bosques, daba una sensación de magia y emoción», cuenta emocionado.

Entre las escarpadas montañas de Orreaga, se escucha el eco del olifante que nunca hizo sonar Roldán y entre las brumas de los bosques se asoman los fantasmas de los doce pares francos; Eginhard, Anselme, Ollivier, el arzobispo Turpin... la leyenda se funde con la historia.

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