6 jornadas en positivo, última derrota en noviembre, tres victorias consecutivas, cinco puntos de ventaja sobre el segundo clasificado... Con esas credenciales llegaba el Alavés a Anoeta. Pero si uno no sabe demostrar su calidad de líder y además se encuentra con un equipo bien posicionado y acertado de cara a puerta, pasa lo que sucedió ayer en Donostia. Que el Sanse se llevó los tres puntos con justicia.

El primer tiempo resultó anodino, con pocas ocasiones y un Alavés perdido sobre un césped que acostumbraba a visitar no hace tanto tiempo. Ahora le toca hacerlo para enfrentarse al filial txuriurdin, que se situó mucho mejor sobre el césped, se hizo con la posesión del balón y, en definitiva, fue mejor que un Alavés incapaz de demostrar su liderato en esta primera parte.

La primera ocasión del partido fue, así, para el bando local, con un disparo de Pardo que permitió lucirse a Montero. Hubo que esperar a que se cumpliese el primer cuarto de hora para presenciar el único lanzamiento a puerta de los visitantes en toda la primera parte. Fue un chut de Salcedo, que salió desviado y que dio paso al definitivo control por parte donostiarra. Fue Pardo el que volvió a hacer trabajar a Montero, que con una buena intervención evitó que el Sanse tomara ventaja. Después probó Alain, protagonista de la mejor ocasión local cuando, a diez minutos del descanso, se presentaba completamente solo ante Montero; pero anduvo muy lento y Morcillo le arrebató el balón cuando se disponía a disparar.

Pero el gol acabó llegando. Lo hizo en el 41, cuando Ros recibía el balón en el centro del campo, avanzó unos metros, vio adelantado a Montero y envió una parábola ante la que nada pudo hacer el meta babazorro.

A la vuelta de vestuarios, no quedaba otra, el Alavés saltó al campo con muchas más ganas. Y el premio fue inmediato porque su primer avisó se convirtió en el gol del empate. Un centro por la izquierda de Óscar Martínez lo remató de cabeza Esparza. Ramírez tampoco estuvo especialmente acertado y el balón acabó alojándose mansamente en su portería.

Con el empate, pareció que el conjunto visitante podría ir a por el partido, pero sucedió todo lo contrario. Volvió a ceder el esférico a la Real, aunque los hombres de Meho Kodro fueron incapaces de superar esta vez la barrera defensiva de su rival. Parecía que los albiazules, vestidos ayer de rosa, tiraban de paciencia para aguardar la oportunidad que les diese el segundo tanto. Pero los minutos pasaban y nada cambiaba. Y, cuando lo hizo, fue para beneficio del cuadro local. Un gasteiztarra, Arkaitz Pérez, culminó una gran jugada colectiva, marcando el segundo y definitivo tanto para los suyos.

Reacción tardía

Entonces llegaron las prisas en el Alavés. Tomé retiró a un defensa, Alaña, para dar entrada a Jito, pero o era demasiado tarde o no era el día; lo cierto es que las ocasiones siguieron sin llegar. Para colmo de males alavesistas, Gino vio la roja directa en el minuto 89. Aún así siguió intentándolo el Alavés, que incluso dispuso de un par de remates en la recta final, aunque no fueran especialmente inquietantes para Ramírez. El triunfo, finalmente, se quedó en Donostia y a los albiazules les toca hoy mirar de reojo lo que suceda en Anduva entre Mirandés y Eibar.