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OLASO
Silencios
La tragedia de la tortura en Euskal Herria es que es más que previsible. Se denunció el riesgo que corrían los detenidos en Nafarroa; el juez Grande-Marlaska sabía a dónde enviaba a los jóvenes, y el testimonio, contundente y coherente, de los encarcelados ha ratificado lo que parecía previsible. La lacra de la tortura precisa de torturadores pero también de cómplices. Y la complicidad es por acción u omisión. Hay silencios escandalosos.