La huelga general del cambio
Mañana los ciudadanos de Euskal Herria están convocados a una nueva huelga general. En un contexto de expolio de las conquistas sociales, acompañado por la retórica de la reducción del déficit y de la inevitable austeridad e injusticia social, la protesta colectiva convocada por la mayoría sindical vasca concitará, una vez más, un significativo impulso del país. Si bien el apoyo social a las huelgas es selectivo, y no todas lo consiguen, ni lo merecen, la de mañana responde a la necesidad de defender una buena causa: un modelo de bienestar y prosperidad al servicio del pueblo trabajador vasco, dotada de capacidad de decisión e instrumentos para la acción.
La huelga general retratará a un país donde la élite política y la gran sociedad se manifestarán por separado. Los primeros, tras haber interiorizado los valores y dictados del neoliberalismo hasta el punto del absurdo y la brutalidad, volverán a comprobar que la gente de este país no es lo suficientemente obediente ni sumisa como para dejar que el fatalismo se instale en las conciencias. Que ni la resignación es una opción ni la capitulación ante la impunidad del capital es parte de la cultura del país. Aunque la crónica de la huelga sea previsible para la casta dirigente y los poderosos medios que dominan, demostrarán que no dejarán que nadie les diga que las protestas nada consiguen.
La huelga de mañana es, además de una buena causa, una causa que ni es defensiva ni tampoco anacrónica. No se limita a responder a los ataques, sino que también tiene capacidad de propuesta, un programa concreto y materializable para el cambio político y social. Una apuesta que, inteligentemente gestionada y conducida en el tiempo, contiene muchísimo potencial para causar dolores de cabeza a los responsables de la actual situación económica y social y, sobre todo, ocupar el carril central de la sociedad vasca y convertirse en un factor determinante de la política vasca del futuro.