Un bálsamo para el espíritu. Sin brillar, sufriendo un chorreo en toda regla en el segundo cuarto y un arreón de Gerald Fitch en el último momento, Caja Laboral Baskonia sumó un triunfo gracias a una penetración suicida que culminaba Marcelinho Huertas sobre la bocina. Una victoria que hizo resoplar de alivio a más de uno, a más de dos y a más de 9.300.

La primera mitad fue la noche que sucede al día o viceversa, sobre todo en el cuadro andaluz. Incapaces de anotar casi nada en el primer cuarto y sometidos a los dictados de un San Emeterio apoteósico -20 puntos, 11 rebotes y 38 de valoración-, y machacando sin remedio a los de Ivanovic en el segundo, con McIntyre volviendo a ser el que maravillaba en Siena y Tripkovic en su versión francotiradora.

Los baskonistas se dejaron anotar 30 puntos en el segundo período para ir abajo en el marcador al descanso, 37-39, a pesar del gran inicio de San Emeterio, el acierto de Batista y Oleson y las grandes apariciones de Stanko Barac, como un mate tras penetración por la línea de tiros libres, que hizo levantarse a los aficionados de sus asientos.

Tres triples para cambiar la cara

Tras el descanso, los baskonistas sufrieron para ponerse por delante, y debieron enganchar una racha de tres triples para cambiar la cara de un partido gris. Huertas por partida doble y San Emeterio lideraron un parcial de 11-4 con el que los de Ivanovic lograron quitarse buena parte de la ansiedad acumulada.

Con la delantera en el marcador, a pesar de que Unicaja acechaba, el Baskonia marcó un parcial de 7-2, con canastas de Batista y un triple de Teletovic. Con 60-52 todo se veía mejor.

Pero el debutante Gerald Fitch no iba a permitir que los gasteiztarras se impusieran, y empató el marcador con varios triples y una antideportiva que sacó a Batista, pasando del 74-67 al empate a 74. En el último ataque, Huertas erró el tiro, pero agarró el rebote y clavó en penetración la canasta de la victoria. Alabado sea el basket.