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Martin Garitano Periodista

No es un vodevil

Alguien dijo que la política es el arte de lo posible. Si me permiten una excepción, hablemos de Nafarroa. De la política en Nafarroa.

El vodevil que protagonizan en estos días los concurrentes en Nafarroa Bai sería digno de un buen guión de los hermanos Marx, con Groucho enfebrecido leyendo un discurso absurdo y contradictorio a cada línea.

Así resulta que Aralar y los notables de Barkos y Mendoza aspiran a un cambio que lleve a los abertzales de izquierdas a abrir un nuevo tiempo en la comunidad foral (los abertzales le llamamos Nafarroa) y para ello buscan la muleta del PNV -que no se puede ubicar en la izquierda- ponen condiciones casi imposibles a EA y vetan de forma tajante a la izquierda abertzale.

En la siguiente línea del discurso de Groucho, Aralar explica que su negativa a acuerdos con la izquierda abertzale se basa, entre otras cuestiones, en la falta de contenidos de izquierda de su propuesta de unidad de acción electoral. Y al tiempo abraza a un PNV que firma todo lo que haya que firmar con el Gobierno español en materia de agresión a trabajadores y pensionistas a cambio de unas magras transferencias que le hagan aparecer en la CAV como el conseguidor estatutario.

Hay más, muchas más escenas que pudieran parece cómicas si no escondieran tras el decorado de cartón piedra la verdadera tragedia del abertzalismo. Y es que tanta palabrería vacua, de charlabarata, sólo puede tratar de disimular lo inconfesable.

Hay quien apunta a un acuerdo entre Aralar y el PNV que posibilitaría al partido de Zabaleta el acceso a las instituciones de gobierno en la CAV a cambio de la marginación de la izquierda abertzale. Las dificultades de Aralar para explicar su intransigencia sirven para avalar esa tesis.

También pudiera ser que de lo que se trata es de mantener el tinglado como hasta ahora -con renuncia de facto a que nada cambie en la política de este terri- torio- para evitar la incomodidad de un nuevo y potente aliado que cambiara la correlación de fuerzas interna de la entente nacionalista.

Y, por último, la más decepcionante. Cuando se habla de una segunda Transición, cuando se rumorea la necesidad de reformular el Estado de las Autonomías, ¿qué pactos mefistofélicos han firmado Urkullu y Zapatero para que Nafarroa y el resto de los territorios vascos sigan caminando separados en el futuro? Y si existe ese pacto, ¿Cuál es el precio que cobra el resto por actuar de muro de contención? No es vodevil, es tragedia.

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