Iñaki LEKUONA Periodista
Terroristas intelectuales
A mediados de mes, cuatro militares españoles eran condenados -a un par de años de prisión dos de ellos- por darle una paliza de muerte hace seis años a un tipo que se paseaba tranquilamente por Donostia y que resultó ser Mikel Martín, conocido militante de EHGAM, un hecho éste que, de haberlo conocido, muy posiblemente hubiera atemperado los ánimos de los agresores, sólo exaltados por un compromiso exacerbado en la defensa de la patria y en ningún caso por un sentimiento de homofobia.
Porque estos matones no son de la misma calaña que los cuatro que hace cinco años propinaron una paliza de muerte al joven gay Bruno Wiel y que han sido condenados en París a penas de entre 16 y 20 años de prisión. Estos sí son homófobos y sus actos punibles. Los otros sólo son fascistas españoles.
Otro gallo cantaría si, un suponer, acorralada, la víctima se revolviera y les pegara una paliza de muerte a los cuatro agresores. En el caso de Bruno Weil, la justicia se decantaría por la defensa propia. En el caso de Mikel Martín, vasco con pendientes e ideas independientes, la cosa acabaría sin lugar a dudas con una pena de prisión de entre 16 y 20 años, previo paso por las instalaciones deportivas de la Audiencia Nacional.
Y a Jacques Myard, diputado de la UMP, quizá no le importara, porque los homosexuales no son más que «terroristas intelectuales», y la homosexualidad una «perversión sexual» como «la zoofilia». Y si fuera español, creería, como tantos otros, que el abertzalismo de izquierdas es una perversión ideológica, un terrorismo intelectual que hay que castigar con un recto sentido moral, democrático y electoral. Pero Jacques Myard es francés. Tanto como Le Pen.