Tras la afirmación categórica de que Fernando Llorente no se moverá de Bilbo y las filtraciones sobre la inmediata renovación de Javi Martínez, las aspiraciones electorales -perdón, la gestión presidencial- de Fernando García Macua se apuntan otro tanto con el fichaje de Ander Herrera. Pese al escaso convencimiento de parte de la masa social, se trata de un golpe tan o más efectista que los anteriores, no en vano confirma lo que se apunta habitualmente en el discurso del dirigente rojiblanco, su intención de mantener y/o fichar a los mejores jugadores.

Aunque precisamente ésa, la duda sobre si se le puede incluir entre los «mejores» jugadores vascos, es la razón por la que el fichaje no se haya recibido con jolgorio unánime en la afición. Porque, más allá de si la llegada del centrocampista se dejará notar en las urnas, falta por saber lo más importante. ¿Se ha acertado con su fichaje?

Porque no se está hablando de calderilla. De hecho, es el fichaje más caro realizado por un equipo de la Liga durante el plazo invernal, precisamente ahora que las estrecheces económicas se están notando en el mercado desde hace unos cuantos meses. Y por mucho que las características del Athletic encarezcan habitualmente el producto, al otro lado de la mesa se encontraba esta vez un club en situación crítica, obligado a vender y sin poder esperar a final de temporada para hacerlo.

Al chaval le corresponde la dura tarea de convertir gasto en inversión. Será a partir de junio. Lo que, dicho sea de paso, también le puede venir bien a Macua: si la apuesta es mala, no se sabrá hasta después de las elecciones.