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El hombre que mató a la mujer en Cordovilla falló al intentar disparar al hijo

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La jornada del juicio por la muerte de Yamiled Giraldo estuvo marcada ayer por el testimonio del hijo de la víctima, menor de edad. Según explicó el niño, de 14 años, el hombre que mató a su madre también le encañonó a él y habría llegado a disparar el arma, pero la pistola falló. Rodrigo Solaeche, de 22 años, reconoció la autoría del crimen, pero niega haber apuntado al hijo de la fallecida.

El menor fue testigo presencial de cómo su madre moría en Cordovilla. Según su testimonio, Solaeche se bajó de un coche con peluca y careta. El niño, en un primer momento, pensó que se trataba de un atraco y ofreció al enmascarado que se llevara el bolso de su madre. En ese instante, siempre según su versión, le apuntó con el arma y ésta «hizo clic» en varias ocasiones. Después, el enmascarado regresó al vehículo a coger algo. Al regresar del coche, Solaeche disparó sobre Yamiled Giraldo, causándole la muerte, y habría vuelto a encañonar al niño, pero no disparó. En total, tres disparos impactaron en la víctima, aunque Solaeche aseguró haber disparado las siete balas que llevaba en el cargador.

Venganza

El móvil en el que se sustenta el procesamiento de los cinco acusados (para quienes se piden 150 años de prisión) es la venganza. Solaeche ha reconocido ser el brazo ejecutor, un sicario contratado por José Lareo, al que el testimonio de Giraldo llevó a la cárcel por delitos de prostitución y abusos sexuales. Solaeche admitió en la sesión del lunes haber cometido el crimen por dinero (8.000 euros). El resto de acusados son Karlos Igari y Pedro Andrés García, quienes habrían colaborado a que Lareo pudiera cobrarse su venganza, y Nira Arandigoyen, a la que le encargaron que vigilara a la víctima.

Arandigoyen también ha reconocido los hechos. Aseguró haber colaborado por temor a su marido, Igari, con el que tiene un hijo de 4 años.

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