Revueltas en el mundo árabe
Mubarak se aferra al poder pese a la masiva protesta en las calles
«Moriré en tierra egipcia», proclamó anoche Hosni Mubarak al anunciar que no dimite y que únicamente cede en no presentarse a las próximas elecciones, tal y como le pidió su homólogo estadounidense, Barack Obama. Cientos de miles de egipcios exigieron en las calles su marcha inmediata como única solución para el futuro de Egipto.
GARA | EL CAIRO
El presidente egipcio hizo caso omiso, mediante un mensaje ayer por la noche, a la demanda de cientos de miles de egipcios que tomaron ayer las calles en la más importante mo- vilización en ocho días de protestas para pedirle que se marche del poder tras 30 años.
La única «concesión» del raïs fue anunciar que no se presentará a las próximas elecciones presidenciales, tal y como le pidió horas antes el presidente de EEUU, Barack Obama. Los manifestantes opositores consideran esta posición insuficiente, ya que reclaman la marcha de Mubarak como condición indispensable para poder iniciar un proceso de diálogo constituyente en el país.
Tras el mensaje de Mubarak, los congregados en la plaza Tahrir de El Cairo corearon «¡Vete ya!» y continuaron con la movilización, que corre el riesgo de radicalizarse.
Durante toda la jornada de ayer, con el apoyo del todopoderoso Ejército, que se comprometió a no disparar contra los manifestantes, hombres, mujeres, niños y ancianos se movilizaron para exigir la marcha de Mubarak, que se aferra desesperadamente al poder proponiendo un diálogo y unas reformas inmediatamente rechazadas.
Los manifestantes respondieron a la convocatoria de la oposición para la «Marcha de un Millón» en El Cairo y Alejandría, segunda ciudad de Egipto, tras culpar al presidente de todos los males: pobreza, paro, violación de las libertades, corrupción y bloqueo político. Mohammed El-Baradei, la figura más visible de la oposición, emplazo a Hosni Mubarak a marcharse «como muy tarde el viernes», decantándose por «una salida honorable» para el presidente.
Frente a la muestra permanente de fuerza, EEUU ha entrado en contacto con las dos partes. El otrora diplomático esta- dounidense Frank Wisner se reunió en El Cairo con altos dirigentes del régimen, mientras que la embajadora Margaret Scobey se entrevistó telefónicamente con El-Baradei. Al mis-mo tiempo, Washington ordenó que se marche el personal no esencial de su embajada en la capital egipcia.
Por otra parte, Naciones Unidas señaló que desde el 25 de enero se han registrado al menos 300 muertos y miles de heridos en las protestas.
En el centro de El Cairo, la gran plaza Tahrir, epicentro del movimiento de protesta, fue tomada al asalto por una marea humana.
El ambiente era muy festivo, los manifestantes cantaban y bailaban para exigir la marcha del jefe de Estado.
Una pintada en el puente que lleva a la plaza decía «Vete, imbécil», en alusión a Mubarak.
Los asistentes aplaudían al ver colgados dos muñecos que representaban a Mubarak, con la estrella de David en su corbata y falsos billetes de dólar saliendo de sus bolsillos.
Tumbado en el suelo, haciéndose el muerto, Tarik Shabassi gritaba «¡Libertad o muerte! Estoy dispuesto a quedarme aquí diez, veinte o treinta años. Morir no significa nada para mí, porque ya morí hace 30 años, cuando Mubarak llegó al poder».
El Ejército cerró por la mañana los accesos a la capital y a otras ciudades y helicópteros sobrevolaban regularmente el centro de El Cairo. El tráfico ferroviario se interrumpió por decisión de las autoridades para impedir un desembarco masivo en la capital.
Pero los soldados recibían a los manifestantes sonrientes, mientras controlaban sus bolsas. Los medios oficiales alertaban ante «los provocadores que intentarán sembrar la discordia entre el Ejército y la población».
En Alejandría, segunda ciudad del país y situada a orillas del Mediterráneo, cientos de miles de personas se congregaron ante la mezquita Qaed Ibrahim y la estación ferroviaria.
El cortejo alejandrino medía cinco kilómetros de largo, pero era imposible calcular con exactitud el número de manifestantes, ya que muchos de ellos marchaban por calles paralelas.
En Suez (este) se manifestaron 15.000 personas, mientras que se congregaron 40.000 en Mansura (delta), 5.000 en Tanta (delta) y 10.000 en Mahalla (también en el delta del Nilo).
Los manifestantes secundaron la convocatoria de organizaciones prodemocráticas surgidas de la sociedad civil y que tienen el apoyo de El-Baradei, una parte de la oposición laica y los Hermanos Musulmanes, la fuerza opositora más influyente del país.
El anuncio el lunes de un nuevo Gobierno y la propuesta del vicepresidente Omar Suleiman de un diálogo con la oposición fueron rechazados por los manifestantes y la oposición, que destaca que únicamente la marcha de Mubarak vaciará las calles egipcias.
Un comité que representa a las fuerzas de la oposición dijo que no comenzarían ninguna negociación hasta que Mubarak se marche. Reclamó la disolución del Parlamento y la formación de un Gobierno de unidad nacional para gestionar los asuntos urgentes y «preparar elecciones transparentes».
Para organizar la movilización, los convocantes únicamente contaron con el boca a boca, ya que internet seguía bloqueado y el servicio de telefonía móvil inutilizado.
Tras una semana de movilizaciones, los efectos negativos se dejan sentir en la economía egipcia. Los turistas, una de las principales fuentes de ingresos, han renunciado a viajar y, de hecho, el aeropuerto de El Cairo seguía abarrotado de personas extranjeras que querían abando- nar el país lo antes posible para huir de la incertidumbre.
El opositor Mohammed El-Baradei ha presentado el guión para la «época post-Mubarak» a diplomáticos occidentales, según informó ayer una fuente política egipcia.
El-Baradei mantuvo conversaciones telefónicas con la embajadora de EEUU y el embajador de Gran Bretaña en El Cairo, indicó a France-Presse esta fuente, que quiso permanecer en el anonimato.
Washington confirmó que su embajadora, Margaret Scobey, se entrevistó con El-Baradei, quien pretende confiar al vicepresidente Omar Suleiman, nombrado el sábado, la tarea de asegurar una Presidencia interina. Este periodo de transición permitiría disolver las dos cámaras del Parlamento y revisar la Constitución de cara a la convocatoria de elecciones legislativas y presidenciales.
En otro guión, El-Baradei propone constituir un consejo presidencial que incluya a tres personalidades, un militar y dos civiles, para gestionar la transición después de la marcha de Mubarak.
Estos contactos de El-Baradei se producen, paradójicamente, cuando en el ámbito internacional crecen las voces que destacan que el ex responsable de la Agencia Internacional de Energía Atómica (AIEA) carece de apoyo en la sociedad egipcia. «Le falta apoyo popular, apoyo en el Ejército y en la burguesía del régimen», declaró un diplomático occidental a France-Presse, manteniéndose en el anonimato. GARA