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Ian Anderson: «No tengo inconveniente en ser una leyenda»

El músico escocés lleva desde la mitad de la década de los sesenta implicado en la música. Con Jethro Tull cubre cuatro décadas completas, papel que intercambia con su propia carrera en solitario, aunque las diferencias entre ambos papeles son mínimas. El lunes y el martes actuó en Bilbo en dos conciertos con aforo completo y un repertorio basado en los éxitos de Jethro Tull, pero con nuevos arreglos. Ayer, además, habló con cierta urgencia con la prensa.

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Pablo CABEZA | BILBO

Extraña que un rockero ponga una rueda de presa a las 11 de la mañana, en especial cuando el día anterior ha tenido concierto y ese mismo día cuenta también con actuación y una jornada ajetreada, según advierte él mismo. En cualquier caso, ahí está en la mesa un personaje histórico, Ian Anderson, el creador de Jethro Tull, quien no admitió foto alguna, ni de móviles, en su concierto de la noche del lunes lunes, pero que no tiene inconveniente en posar con ropa y aspecto de ciudadano común ante decenas de flashes y cámaras de televisión al día siguiente.

Antes de comenzar la charla Anderson solicita brevedad, porque «tiene muchas cosas que hacer a lo largo del día». Cabe apuntar que Anderson es un buen amigo de la ironía y el sarcasmo, por lo que apostilla a la primera que espera que las preguntas sean «serias y profundas». Está de vuelta, lo sabe su escaso pelo y los pequeños achaques de salud con los que la vida le ha obsequiado: una trombosis leve y ligeros problemas de garganta que no pasan inadvertidos en directo.

Los inicios de estas «quedadas» con la prensa suelen ser frías, por lo que un explícito y experimentado Ian Anderson toma el mando desde el primer nanosegundo. Señala a un periodista situado frente a él y «ya que le veo con apuntes, haga usted la primera pregunta», exhorta. El periodista de GARA comenta: «Su hijo James Duncan toca en una banda que tiene muy poco que ver con el sonido de Jethro Tull, ¿no escuchó de niño los suficientes discos de su padre?». Ante la inyección de sarcasmo de la pregunta, la misma medicina que utiliza él, Ian torna en gesto serio y justifica los hechos: «Sí, de pequeño venía con su hermana a los conciertos. Pronto comenzó a ser un poco el técnico de todo. Hacía los montajes y los desmontajes, después se encargó de la iluminación y otros aspectos técnicos, las baterías... y hoy es mi representante. Además de llevar todo el papeleo y la burocracia que lleva un grupo como este».

Habla Anderson de la hermana de James, en referencia a su hija Gael, quien no orientó su futuro hacia la música, sino el cine, quizá influenciada por su marido, el actor británico Andrew Lincoln. Su segunda mujer, Shona Learoyd, bailarina, también terminó trabajando con Jethro Tull, ayudando en labores de efectos especiales.

Resabiado y consciente de que todas las entrevistas son parecidas, entre otras circunstancias porque hay cuestiones que aun siendo tópicas no está de más plantearlas, a Ian le pesa hablar de cómo vio el concierto del lunes en la sala BBK, por lo que tira de sorna: «Fue un éxito. Me han pagado. No hubo peleas, nadie salió herido y aplaudieron».

A la mayoría de los músicos las discográficas y los mánagers les han explotado; cabía esperar que Anderson mostrara cierto resquemor hacia ellas, pero esgeneroso: «Con Chrysalis el acuerdo estuvo muy bien, así como con el resto de compañías. Luego he ido negociando y los porcentajes fueron en aumento y siempre ha sido así. Estoy contento».

Una leyenda

Se le pregunta qué le parece que le presenten como una leyenda del rock en los carteles: «No tengo inconveniente en ser una leyenda por mi historia con la música o serlo por cosas buenas. No me gustaría serlo por ser un dictador de un país de Oriente Medio que fuese una dictadura». Señala, de paso, que Tony Blair cometió algunas equivocaciones y que hizo cosas mal, pero que «también tuvo algún acierto».

Da la impresión de que Anderson estaría cómodo hablando de política más que de música, pero no es el día.

«No pienso en cuáles son mis mejores discos -comenta-. Ninguno es el favorito. Me enamoro de canciones. Tomo unas y dejo otras. Entiendo que `Aqualung' y `Thick as a break' son las más importantes, al menos para la gente, pero lo que más me apasiona es estar en casa y seguir arreglando canciones. Eso será lo primero que haga en cuanto regresea a casa, comezar arreglos nuevos».

En el turno de preguntas, Anderson se dirige a una periodista y le dice que lleva mucho tiempo apuntando cosas, pero que no le ha hecho ninguna pregunta, que se la haga. Ella le inquiere sobre cómo ve el concierto de esta noche -por ayer-, Anderson balbucea, de nuevo con causticidad: «Interesante pregunta». Pero la respuesta, donde están todos los milagros posibles, es luminosa: «Yo no entiendo de expectativas. No espero nada. Y el público tampoco debiera tenerlas, que no vaya predispuesto. Prefiero que el público se sienta un poco incómodo, expectante».

Ian Anderson comenzará en breve una gira como Jethro Tull y a partir de setiembre realizará una serie de actuaciones acústicas. Ocasionalmente también actúa con orquesta sinfónica.

RECICLAJE

Para Ian Anderson la música actual es un reciclaje. «Los músicos actuales basan mucho sus sonidos en las bandas de los sesenta y setenta. El rock es un género, por lo que no puede romper sus fronteras. Me gusta el folk actual, se están haciendo muy buenas cosas», precisa.

INGRESOS

Anderson habla bastante de circunstancias relacionadas con el dinero. Apunta que más del 30 por ciento de sus ingresos provienen de la música en directo y poco por la venta de discos. Recurre al asunto de las descargas, pero olvida que es multimillonario.

Concierto de folk-rock, hard-rock y progresivo

Despejando el tópico: público veterano y, posiblemente, ni un menor de veinte años. Disposición previa de los asistentes a la complicidad. Finalmente, un concierto espléndido, atractivo y fiel al pasado y su sonoridad, esa convincente mezcla de folk, rock, blues y progresivo.

Anderson eligió para abrir la tarde (20.00) «Living in the past», una de sus canciones más populares y con la que engancha a sus seguidores desde el primer soplo de flauta. Lo habitual es que inicie el show con «Life is a long song», una hermosa canción de base acústica por la que Ian tiene predilección; en esta ocasión, fue la segunda del repertorio.

Anderson se sitúa en el centro; a su derecha, un veterano y sereno bajista; en el extremo, teclas y acordeón. A su izquierda Florian, un joven de Baviera, Alemania, que Anderson conoció con 20 años y que lleva ya siete con él. En parte, se convierte en su fiel escudero, ya que su dominio de la guitarra le permite enfrentarse a todos los retos, incluido un ejercicio de héroe de la guitarra metálica. «Es un guitarrista que toca flamenco y guitarra acústica, pero también quiere verse como un dios del rock, por eso toca esos solos tan rockeros. Hemos viajado en un vuelo de bajo coste y no le han permitido traer acústica. Bueno, como es joven también le pago menos...», apunta de nuevo en tono guasón. «No obstante, ya le he dicho que si sale a tocar con pantalones cortos, le pago el doble», y ríe con voz profunda.

Han sonado «Up to me», «Songs from the wood», «Thick as a break»... Está claro que los nuevos arreglos, lejos de martirizar las canciones, aportan una nueva piel. No hay concesiones a sonidos modernos, esto es puro folk-rock progresivo. Los aplausos suenan justificados, hay hechizo.

Ian recorre el escenario de lado a lado. lo repasa por delante, caminando hacia atrás y sin dejar de tocar la flauta. Está ágil. Su pierna izquierda se apoya en el muslo de la derecha una y otra vez, es su gesto más universal. «Budapest», «Aqualung» y «Locomotive break», el bis, derivan largas, con arrebatadores arreglos repletos de detalles, cortes, acentos y duelos.

Tras dos horas de show, concluye un set espectacular. Pura leyenda. P. C.

MUSIC LEGENDS

El programa de la sala BBK, según anunció ayer la promotora Dekker, sufre varios cambios en su programa. De un lado se añade un nuevo artista: Peter Hammil, 25 de mayo. Y de otro, Bill Wyman se cae del cartel y, en su lugar, vendrá el apreciado Dr. John.

Ficha

Fecha: Lunes 7.

Lugar: Sala BBK de la Gran Vía.

Aforo: Completo (560 personas).Salvo algunas butacas de invitados, que no han tenido la deferencia de avisar que no asistían.

Sonido: Limpio, perfecto. A veces demasiado fresco el aire acondicionado.

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