Lo leo en prensa hace unos días, referido al pasado 2010. Esta cifra alarmante, aparatosa, con nueve millones de pobres en el Estado, entra de lleno en lo que lo que podemos definir como terrorismo económico. Palabra de honor que no quiero hacer daño a nadie, pero mi conciencia no me permite silenciar este convenio económico entre los dos estados. Lo asombroso es que parlamentarios, concejales y jueces adoptan un sospechoso silencio. Nos queda la esperanza de que a partir de este año los políticos se planteen por fin ser transparentes. Han pasado 32 años. La Santa Madre Iglesia lo único que hace por boca del Papa y sus obispos es decir que se enfrentan a un laicismo peligroso, parecido a aquel comunismo intrínsecamente perverso. Que me perdonen esos religiosos y religiosas dedicados a atender a los más desfavorecidos de este mundo, No estaría de más que nos explicasen en qué invierten semejante salvajada de millones. que ayudasen a esas mujeres que abortan por falta de medios económicos y no enviarlas al infierno tachándolas de criminales.

Quiero decir que, ya que se trata de un dinero público, la información debería ser pública. Los contribuyentes de otras religiones, evangelistas, protestantes, testigos de Jehová, se quedan sin nada a pesar de que el laicismo nos amenaza. Me queda una leve esperanza de que podamos saber el desglose de esos 6.000 millones al que tenemos derecho los contribuyentes. No basta con votar, oír y callar cada cuatro años. Tampoco estaría de más que nuestros políticos nos informasen de sus privilegios económicos. Me recuerda a los mercaderes expulsados del templo por ese Cristo más tarde clavado en una cruz y escarnecido.