Maite SOROA | msoroa@gara.net
Están despistados del todo
Ahora han entrado en la fase del despiste absoluto. Les dicen jueces y juristas que los estatutos del nuevo partido de la izquierda abertzale son impeca- bles y ya no saben cómo afrontar la nueva situación. Sienten que se les va de las manos como se escurre el agua entre los dedos.
Ayer, en «El Correo Español», Tonia Etxarri daba muestras de desorientación. Y es que a algunas les va a costar resituarse. Según Etxarri «los promotores de la nueva Batasuna-Sortu han empezado su carrera con mal pie. Ayer, los profesores, abogados y administrativos que posaron ante la prensa en Bilbao para dar publicidad a su marca electoral tenían, por lo visto, pocas cosas que contar que no estuvieran ya escritas en el guión. Sin admitir preguntas ni para dar la hora, se limitaron a emitir los mensajes previstos. Ni siquiera pudieron explicar por qué se había elegido el nombre de Sortu o si había habido concurso de ideas para el logotipo». La melonada, no me digan que no, es de antología.
A la veterana columnista le cuesta virar como a un paquebote y por eso insiste en los argumentos del pasado: «Si ETA se hubiera disuelto, estaríamos hablando de las próximas elecciones con un enfoque radicalmente distinto. Pero sabemos que, de momento, ETA no piensa dejar las armas. Si al menos la izquierda abertzale renovada hubiera exigido su disolución, se habrían producido menos reticencias en buena parte de la opinión pública». Lo de la opinión pública es muy bueno. ¿No sería mejor preguntar a la ciudadanía en las urnas en lugar de erigirse en portavoz de la «opinión pública» que, en muchas ocasiones tiene poco que ver con la opinión publicada?
Lo que parece que rasca es que en los estatutos del nuevo partido no han encontrado nada que objetar y por eso tienen que insistir en patochadas como la de ayer en «La Razón», que hablaba -no se lo pierdan- de «hombres-trampa».
También Tonia Etxarri se agarra a los nombres y nos dice que «Ni Tasio Erkizia ni Iñigo Iruin son nuevos. Por eso ya saben que no pueden poner el contador a cero. Que la credibilidad de su apuesta se la tienen que ganar porque, tras su larga trayectoria, está bajo mínimos». Eso lo tendrían que decir los ciudadanos en las urnas.