Claver ha dado este año un paso inmenso. Si ya el año anterior, a las órdenes de Neven Spahija, tenía momentos muy importantes, en esta campaña se ha convertido en el segundo máximo anotador y el jugador con la segunda mejor valoración de su equipo. Ha logrado, pues, la continuidad.

Ha conseguido ser estable desde la línea de tres puntos: lanza cuatro triples por partido con una efectividad del 42%. Todavía es bastante irregular en los tiros libres, donde quizás se note cierta desconfianza hacia sí mismo en algunos momentos, ya que no llega al 70%. Quizás no es el más determinante y necesite de los Savanovic, Lishchuk, Javtokas... para brillar, pero sí es capaz de aportar muchas cosas: cinco rebotes por partido, casi dos recuperaciones, para lograr una valoración media de 14. En cualquier caso, sí puede llegar a marcar la diferencia.

Una cosa interesante en la Copa será verlo de alero ante jugadores como Van Lacke, aleros más móviles que hombres como Hosley, Mumbrú... Por tanto, Claver, aunque en principio no le guste demasiado «pegarse», el contacto de cuerpo, deberá irse al poste bajo para sacar ventaja, pero la rapidez de los jugadores de Valladolid y sus numerosas fintas defensivas le pondrán en problemas.

El escolta de Santa Fe es el estandarte de este sorprendente Valladolid. Es el que mejor ha entendido el juego que quiere Porfi Fisac. En ataque, ejecuta dos situaciones de bloqueo directo algo atípicas y que realiza muy bien, porque las defensas no están acostumbradas a pararlas.

Anota casi 10 puntos por partido siendo uno de los mejor valorados de la liga. Pero lo que más me impacta en él es que recupera 1,6 balones y pierde 1,7; es decir, corriendo los riesgos que corre él, que son muchos, pocos jugadores pueden tener un ratio tan parejo entre balones recuperados y perdidos.

Van Lacke marca la línea de la defensa, del descaro y, sobre todo, de las transiciones ofensivas de Valladolid. Coge el rebote y se va directo a canasta, o juega un bloqueo directo de forma inmediata; está defendiendo y es el primero que quiere robar el balón. Él es quien marca la línea; ya tiene experiencia en este mismo equipo y va a tener que hacerlo. Para detenerlo, Valencia Basket deberá tirar de conjunto. Será difícil que encuentre los espacios para penetrar si el rival tiene buenas ayudas, hace un buen balance, especialmente tras fallo, y le generan una duda. Si llega tras diferentes contactos podrá tener una anotación alta, pero le va a costar, y además no es un grandísimo pasador. Él necesita terminar, un especialista jugando a campo abierto.

Gran Canaria, sobre todo tras la lesión de Savane, dependerá muy mucho de la actuación de Carroll. Es un jugador al que le encanta tener esa ventaja de jugar a campo abierto, aunque creo que, su equipo, si quiere tener opciones, deberá controlarse mucho y limitarse a correr para castigar los errores del Real Madrid.

Carroll domina las situaciones de subir el balón en carrera y poder atacar. Busca fantásticamente el tablero, como pocos jugadores hoy en día. Sí es verdad que jugará muchas situaciones de bloqueo directo e indirecto, de modo que los jugadores grandes del equipo rival van a tener que trabajar, porque no va a ser suficiente con la defensa del jugador exterior. Van a tener que hacerle flash –ayudas muy cortas y rápidas–, cambios de asignación... Es un jugador clave para su equipo, de modo que habrá que ver también el desgaste que sufre en la faceta defensiva, sobre todo ante Llull, que es un jugador que, las meta o no, hace muchos kilómetros cada partido. Por eso no me extrañaría si Pedro Martínez decidiera refugiarse en una situación de defensa zonal en un momento dado.

En Carroll destaca también, quizá le venga de su religión mormona, la tranquilidad, la estabilidad emocional que le hace ser mejor jugador. Es capaz de estar «seco» durante muchos minutos y ser capaz de meter 20 puntos en el último cuarto. En cambio, no es buen pasador, pero a partir de los espacios que genera puede ser capaz de hacer mejores a sus compañeros.

Después de explotar el año pasado, este año se encuentra con que tiene mayor competencia en su equipo. Llegó en un momento determinado en el que el Real Madrid no encontraba su estilo de juego, no tenía un jugador interior de referencia que pudiera tener el balón tanto tiempo en el poste bajo, para generar tanto en el uno contra uno como a través del pase, y él lo hizo.

Este año ve que tiene otros jugadores que, aunque tal vez no aporten tanto como él en el poste bajo –aunque Begic y Mirotic sí pueden crear en esa situación– aportar otras cosas que él no puede, de modo que tiene que compartir los minutos. Pero sigue manteniendo unos números bastante correctos: 10 puntos por partido con un 60% de efectividad en el tiro de dos y más de cuatro rebotes no está mal.

No lo veo, no obstante, como un jugador determinante, pero sí va a ser una de las referencias que va a tener el Real Madrid para postear desde el principio y castigar la zona del Gran Canaria. Es posible que su equipo cargue el juego en el poste bajo, pero no sólo recaerá sobre Tomic esa responsabilidad, pero sí es verdad que todos los balones irán a él en un principio, o al defensor de Carroll. Habrá que ver cómo se maneja en esas situaciones. Tomic suele tener problemas al segundo bote. A partir de ahí, y en la recepción, tiene problemas de pérdidas de balón y si le anticipan.

Su duelo con Mumbrú va a resultar apasionante. Lo normal es que juegue de alero mientras que los Oleson, Logan... lo hagan de escolta. En situaciones de transición le creará multitud de problemas aunque debido a la envergadura del badalonés puede defenderlo bastante bien en estático, incluso pudiendo pararlo en los primeros botes en caso de penetración. Con el campo más abierto, la ventaja será para el cántabro.

San Emeterio es un ejemplo para mucha gente. Los jugadores, entrenadores... y fuera del baloncesto, pecamos un poco de rendirnos ante las adversidades, buscando excusas en los demás. El Baskonia no tenía confianza plena en él, pero el cántabro ha tenido una postura inteligente: la de seguir trabajando y esforzándose. El año pasado nos sorprendió y este año está siendo regular.

Técnicamente es uno de los jugadores que más me gusta: es capaz de hacer cosas muy difíciles técnicamente en momentos muy importantes de los partidos, con toda la tensión generada en esos momentos. Media 13 puntos y ¡6 rebotes! por partido, lo que es una barbaridad para un jugador de sus características, y casi 20 de valoración. Todo eso explica el porcentaje de ilusión que le pone a la hora de hacerse con todos esos balones. Es un jugador que nunca se consideró estrella, pero que por su trabajo se ha convertido en pieza fundamental.

Cuando un jugador va haciéndose mayor, es cada vez más consciente de las cosas que vienen siendo importantes para su equipo. Por ello, creo que Mumbrú presenta unos números sensacionales: casi 11 puntos por partido, 47% en el lanzamiento de tres, lanzando tres triples por partido –tiros muy lejanos, y en el que es casi perjudicial estar cerca de él, porque cuando tiene una mano encima bombea el lanzamiento y falla muy pocas veces–, y cinco rebotes, donde le puede hacer mucho daño a San Emeterio, obligando al cántabro a desgastarse mucho en la pelea por el rebote en defensa, con lo que le dificultará subir en transición con el balón controlado.

En ataque, Mumbrú cargará contra San Emeterio, sobre todo en el poste bajo. Tiene una jugada para él que exige una predisposición física, y a no ser que salga Bjelica, el Baskonia no podrá defenderlo, o al menos le causará un gran desgaste. En función de cómo le salga las primeras jugadas de esa situación, Bilbao Basket tendrá más o menos opciones de desequilibrar su duelo con San Emeterio: si el Baskonia lo consigue defender bien, San Emeterio ganará.

Además, cuando las cosas van bien, Mumbrú tiene un carácter muy positivo, muy de enganche del grupo, con lo que se vuelve muy peligroso y muy competitivo. Por eso, a diferencia de la pasada temporada, lo veo mucho más líder del Bizkaia Bilbao Basket.

Poco se puede decir de Navarro que no se haya dicho ya, por todo lo que ha ganado y por todo lo que ha conseguido. A nadie le gusta, pero veo que, en cuanto a frescura, le ha venido bien la lesión. Por ello, en estos momentos está en un estado de forma tremendo y ha jugado los últimos partidos, especialmente de Euroliga, donde ha demostrado tener esa chispa que le faltaba después de toda la responsabilidad de juego con el que ha tenido que cargar, y todo el tiempo que ya lleva en lo más alto del baloncesto continental.

«La Bomba» será uno de los responsables de poner a prueba las disposiciones zonales del DKV Joventut en su derbi de cuartos de final. Vamos a ver si, con sus tiros, cómo abre o no esa lata de la defensa de la Penya. El conjunto verdinegro planteará, como viene haciendo, diversas defensas en zona según si su rival pone el balón en juego de fondo o de banda, o tras tiro libre –zonas 2-3, ó 3-2, o presión más zona...–, y Navarro será el encargado de desatascar. Como esté acertado, el porcentaje del Joventut de tener opciones al final del partido será muy escaso.

Por otro lado, conforme se hace mayor, Navarro ha ido mejorando mucho en otras facetas diferentes a la anotación: cada vez pasa mejor, ahora defiende mucho mejor en las situaciones tácticas planteadas por Xavi Pascual y ha logrado un altísimo nivel, hasta el punto de ser el estandarte  y la referencia de un todo un Barcelona campeón de Europa.

Ha sorprendido a mucha gente, sobre todo tras un año en Gran Canaria donde no pudo rendir al nivel que Pedro Martínez esperaba. McDonald tiene en Badalona una libertad que le hace sentirse más a gusto y más comprometido con las cosas que hace. Él está aprovechando esa nueva situación y se está convirtiendo en el interior más determinante de toda la liga.

No hay ningún interior puro que meta los puntos que promedia el de New Orleans, 15, con un porcentaje de acierto de más del 50%, jugándose más de diez lanzamientos por partido. Consigue también cinco rebotes de promedio, y si le baja la valoración es por balones de más que pueda perder.

Su problema ante el Barcelona va a ser que enfrente tendrá a un equipo con mayor potencial en el juego interior, y que en el exterior quizá eche de menos a English, de baja por lesión. Otra cosa es que Jelinek tenga una calidad parecida al canadiense, pero tiene menos experiencia.

Ante rivales de menos potencial, los ha castigado a todos sin excepción. Pero claro, es probable que McDonald tenga que pelearse con Perovic de inicio, pero luego lo hará contra Ndong, y más tarde... Y además tendrá que hacer transiciones ofensivas y defensivas muy rápidas cada vez. A la que deje de trabajar, a la que deje de cargar el rebote, su tarea será más difícil, y para sus recursos, la media vuelta a 4-5 metros, ese bote en penetración... seguro que el Barcelona los tiene muy estudiados.