Revueltas populares en el mundo árabe
Egipto celebra la caída de Mubarak
Un anuncio de apenas treinta segundos a cargo del vicepresidente Omar Suleiman puso ayer fin a treinta años de Gobierno de Hosni Mubarak, a quien la presión de su pueblo obligó a ceder el poder al Ejército.
GARA | EL CAIRO
El vicepresidente del régimen egipcio, Omar Suleiman, anunció a primera hora de la tarde de ayer que el räis, Hosni Mubarak, renunciaba a la Presidencia del país, En una comparecencia televisada, el hombre fuerte de los servicios secretos -y cuyo futuro político es ahora una incógnita-, señaló escuetamente y con el semblante serio, que «teniendo en cuenta las difíciles condiciones por las que atraviesa el país, el presidente Mohamed Hosni Mubarak ha decidido abandonar el puesto de presidente de la República y ha encargado al Consejo Supremo del Ejército encargarse de los asuntos del país».
El anuncio fue recibido con júbilo por las decenas de miles de personas concentradas en la cairota plaza Tahrir (Liberación) y por el millón largo que salió a las calles por todo el país. «¡El pueblo ha hecho caer al régimen!», coreaba sin cesar la multitud, sumida en un delirio total tras casi tres semanas de revuelta que le ha costado un tributo en sangre de al menos 300 muertos.
Los manifestantes bailaban de alegría y agitaban banderas egipcias. Decenas de personas tuvieron que ser atendidas tras desvanecerse de la emoción. «Lloro porque estoy contenta«, señalaba Lubna Darwiche, de 24 años, quien no obstante añadía que «queda mucho por hacer. El pueblo debe controlar todo esto. Queremos al Ejército pero es el pueblo el que ha hecho la revolución y al que le corresponde controlarla».
Dos decepciones
Y es que el accidentado final del proceso, que ha incluido en las últimas horas dos grandes momentos de frustración, invita a los egipcios a ser vigilantes. Todo apuntaba a que Mubarak no iba a pasar del jueves. Menos cuando el día amaneció con una comunicado del Consejo Supremo del Ejército, reunido sin la presencia de Mubarak, y en el que anunciaba su disposición a «apoyar las demandas legítimas del pueblo».
Este anuncio, junto con los rumores sobre una inminente dimisión del räis, confirmados tanto por fuentes internas del régimen como por la CIA, invitaba a pensar que Mubarak pensaba dimitir en su discurso a la nación. Lejos de ello, el sátrapa mantuvo un tono desafiante y se limitó a anunciar que dejaba en manos del vicepresidente parte de sus prerrogativas.
A esta decepción se sumó una segunda a primera hora de ayer. El Ejército emitió un segundo comunicado situándose como «garante de las reformas prometidas» la víspera por Mubarak, lo que indignó nuevamente a la población, que decidió dar un nuevo impulso a la movilización popular, que coincidía además con el viernes de oración.
Mientras el mundo esperaba un tercer comunicado del Ejército -los rumores apuntaban a que iba a anunciar que asumía el control total de la situación-, el partido gubernamental (PND) aseguraba a primera hora de la tarde que su líder había abandonado El Cairo con los familiares que aún no habían huido del país para refugiarse en la ciudad balneario de Sharm el-Sheij, en la península del Sinaí, donde tiene una de sus muchas y lujosas residencias. Esta filtración fue seguida del comunicado presidencial.
Escenificación de una asonada
No se trata, sin embargo, de una simple cuestión de desconfianza nacida del sentimiento de frustración que ahoga a la población egipcia desde hace decenios. Hay demasiados datos que apuntan a que podríamos haber asistido a una escenificación que responde a un autogolpe del Ejército, que habría forzado a Mubarak a la renuncia.
Los prohombres del régimen, incluido Suleiman, llevaban días aireando la amenaza de un golpe de Estado del Ejército ante la persistencia de una revolución que equiparaban con el «caos».
Desde el comienzo de la revuelta, el 25 de enero, el propio Ejército ha tratado de mantener una posición de mediador o de árbitro, y se ha limitado a señalar -que no es poco- que no iba a reprimir a los manifestantes.
Esta versión neutral de la Armada ha sido puesta en cuestión en los últimos días por testimonios de ONG que denun- ciaban que los soldados estaban deteniendo y torturando a cientos de opositores.
Los analistas señalaban que la solución de la salida de Mubarak era la menos mala de las alternativas que le quedaban al Ejército, cuyo objetivo «último no es salvar al presidente de turno, sino garantizar la continuidad del régimen fundado por Gamal Abdel Nasser» tras el derrocamiento de la monarquía en 1952.
Frente a la opción de dejar que la revuelta siguiera creciendo o de reprimirla, a riesgo de sacrificar su imagen sin garantías, además, de poder acabar con la revuelta, el Ejército habría optado por organizar un golpe en el interior del régimen. Una decisión que conocía perfectamente la CIA y, por descontado, la Casa Blanca, que se vio atrapada en la gestión de los tiempos por parte del poder egipcio. Fuentes israelíes aseguraban que Mubarak les habría anunciado antes de su última comparecencia que buscaba un modo de «salida honorable».
Promesas cumplidas
Los Hermanos Musulmanes, que la víspera mostraron sus sospechas de que estaríamos ante un golpe de Estado, prefirieron ayer atribuir a la situación el beneficio de la duda y agradecieron al Ejército por «cumplir sus promesas», aunque advirtieron escuetamente de que «ahora celebramos este momento con el pueblo egipcio pero seguimos el camino».
«La vida ha vuelto a comenzar para nosotros», señaló el también opositor Mohamed El-Baradei en declaraciones a la cadena qatarí Al-Jazeera.
El nuevo hombre fuerte del país en calidad de presidente del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas, el ministro de Defensa, Mohamed Hussein Tantawi, fue interceptado por la muchedumbre cuando salía en un convoy del Palacio Presidencial. Salió del coche y saludó a los eufóricos manifestantes.
A última hora de ayer, el Ejército hizo público un nuevo comunicado en el que reiteró que «no hay alternativa a la legitimidad del pueblo» y homenajeó «a todos los mártires que han sacrificado su vida» en la revolución egipcia.
El secretario general de la Liga Árabe, el egipcio Amr Musa, cuyo nombre se ha barajado como futuro candidato a la Presidencia de Egipto, saludó el «cambio histórico» en su país y anunció que abandonará el cargo en las próximas semanas.
Al menos cinco personas murieron, tres de ellas policías, y 42 resultaron heridas en los choques entre manifestantes y agentes registrados ayer en El-Arish, en el norte del Sinaí, después de que fuera atacada la principal comisaría.
Israel ha acelerado la construcción de la verja para asegurar su frontera con Egipto, labor que espera concluir antes de lo previsto a la luz de las protestas en su país vecino, el primer país árabe en firmar la paz con el Estado sionista.
El rey de Bahrein, Hamad bin Isa al-Jalifa, decidió ayer dar 1.000 dinares, unos 1.960 euros, a cada familia bahreiní, en un último intento de frenar el descontento social antes de las manifestaciones previstas para la próxima semana.
El mundo acogió ayer con satisfacción la dimisión de Hosni Mubarak, sin dejar de ser cautelosos por la evolución de la situación pero con la esperanza de que supondrá un importante paso hacia la «democratización» de Egipto. Los países occidentales, árabes, Irán y las organizaciones islamistas dieron la bienvenida a la caída del régimen.
El presidente de EEUU, Barack Obama, afirmó que la marcha de Mubarak representa «no el fin de la transición, sino su comienzo» en Egipto, un país que «no volverá a ser el mismo». Advirtió de que el proceso no será fácil y aún quedan «días difíciles por delante», pero aseguró que «el pueblo egipcio ha hablado y su voz ha sido escuchada» al tiempo que destacó la «fuerza moral de la no violencia».
La canciller de Alemania, Angela Merkel, indicó que la dimisión de Mubarak «constituye un cambio histórico» y deseó a los egipcios un futuro en paz y libertad, «sin torturas y sin detenciones arbitrarias», al tiempo que llamó al régimen egipcio a respetar «la seguridad de Israel y el tratado de paz» con ese país.
Nicolás Sarkozy, presidente del Estado francés, saludó la decisión «valiente y necesaria» de Mubarak, pidió elecciones «libres y transparentes» y dijo esperar ansioso que «las nuevas autoridades egipcias tomen las medidas que conduzcan al establecimiento de instituciones democráticas».
Desde la UE, se destacó que se ha «escuchado» la voz del pueblo y «se ha abierto la vía a unas reformas más rápidas y profundas», y pidieron que «se acelere el diálogo que conduzca a un Gobierno con una amplia base civil, respete las aspiraciones del pueblo y ofrezca estabilidad».
Rusia confió en que la renuncia del raïs «contribuya a reinstaurar la estabilidad y garantizar el normal funcionamiento de todas las estructuras del poder». Y Turquía solicitó al Ejército que transfiera el poder «en el menor tiempo posible» a un Gobierno democrático tras la celebración de elecciones.
Coincidiendo con estas declaraciones, el Gobierno de Suiza decidió bloquear con efecto inmediato los fondos de Mubarak y su familia puedan tener en bancos suizos.
En Oriente Medio, Israel, que teme un aumento del islamismo al calor de los cambios en Egipto, reaccionó con prudencia esperando que el periodo de transición se realice «sin agitación.
Por el contrario, Hamas consideró la caída de Mubarak, con quien siempre ha mantenido tensas relaciones, «el inicio de la victoria de la revolución». Las escenas de júbilo se multiplicaron en Gaza y Cisjordania.
También Hizbulah felicitó al pueblo egipcio y estimó que «la voluntad popular, su determinación y persistencia son la clave para lograr milagros y victorias».
De igual forma, para Irán, sin relaciones diplomáticas con Egipto desde el triunfo de la revolución islámica, la renuncia del raïs supone «la derrota de aquellos gobiernos que se someten a los dictados de las grandes potencias», mientras que para los Hermanos Musulmanes de Jordania es «una lección para muchos regímenes árabes».
En Túnez, como en Marruecos y Argelia, la población mostró de inmediato su júbilo en las calles.
Las monarquías de Qatar y Emiratos Árabes Unidos expresaron su respeto a la voluntad del pueblo egipcio, su confianza en el Ejército a la hora de dirigir el país y su esperanza de que Egipto «juegue de nuevo su rol de líder en el mundo árabe e islámico». GARA
Varias personas resultaron heridas y diez fueron detenidas ayer en Argel durante una manifestación espontánea para celebrar la caída de Mubarak y en víspera de la gran marcha por el «cambio de sistema» en Argelia, informó la oposición.