Un fenómeno de la naturaleza al que las lesiones impidieron cumplir las expectativas
Ronaldo anunció ayer su retirada del fútbol tras marcar sus últimos tantos con el Corinthians. En el recuerdo quedan sus geniales goles con el Barcelona, la fantasía que mostró en su primer año en el Inter de Milán o sus ocho goles en el Mundial de Japón y Corea 2002.
Beñat ZARRABEITIA
Pasado de kilos y de forma, con las rodillas destrozadas, a Ronaldo no le ha quedado otro remedio que anunciar su adiós al fútbol profesional. Alejado del trepidante ritmo que imprimen los campeonatos europeos, el fenómeno se había refugiado en el Corinthians para tratar de disfrutar de sus últimos pasos. Atrás quedaron los días de vino y rosas en los que parar a Ronaldo era el mayor quebradero de cabeza de la mayoría de clubes y selecciones del mundo.
Debutó con apenas 17 años en el Cruzeiro avalado por sus 54 goles en 56 partidos con la selección brasileña juvenil. Siendo la mayor promesa de la canarinha, Carlos Alberto Parreira lo llevó al Mundial de EEUU. No disputó ningún minuto pero se proclamó campeón del mundo. Tras el torneo firmó por el PSV de Eindhoven. Con el conjunto de la Phillips ganó una Copa y destacó por sus impresionantes 42 dianas en 46 partidos.
Convertido ya en una figura global con apenas 19 años, el Barcelona pagó 2.500 millones de pesetas de la época por sus servicios. Su impacto fue inmediato. Con Robson en el banquillo, el juego de los catalanes giró en torno a Ronaldo. Dejó goles absolutamente memorables como aquel en el que se zafó de todos los futbolistas del Compostela que le salieron al paso hasta perforar la meta gallega. Uno tras otro, el fenómeno marcó 47 tantos en 49 partidos con el cuadro culé. Ganó Copa, Recopa y Supercopa pero se quedó sin la Liga que fue para el primer Madrid de Capello. Concluida la temporada estalló la polémica, Ronaldo dejaba Barcelona por la puerta de atrás y fichaba por el Inter.
Un desatado Moratti se frotaba las manos con el rendimiento que podría ofrecer el brasileño. Su nivel fue bueno pero los nerazzurri no lograron ni el Scudetto ni la Coppa. Para alivio del propietario interista, su escuadra se hizo con la UEFA en una final en la que Ronaldo marcó un tanto fantástico al superar al meta rival con una preciosa bicicleta. El verano de 1998 fue clave en la trayectoria de Ronaldo. Durante la disputa del Mundial del Estado francés fue uno de los jugadores más destacados, sin embargo, unas convulsiones nunca aclaradas horas antes de la final pusieron en riesgo su vida y limitaron su actuación en Saint Denis.
A partir de ahí la pesadilla fue aún mayor. Completó la campaña 98-99 sin títulos y padeciendo lesiones. Eso sí, nada comparable a la rotura que después se produjo en su rodilla derecha y que le mantuvo un año de baja. Regresó, pero inmediatamente se fracturó el tendón rotuliano de la misma rodilla y estuvo otro curso entero fuera de los terrenos de juego. Parecía el inicio de su ocaso. Logró llegar al tramo final de la temporada 2001-2002 y tras anotar siete tantos en 10 partidos le incluyeron en la lista de Brasil para el Mundial de Corea y Japón, un torneo significó el renacer de Ronaldo. Con un peculiar y algo ridículo flequillo como imagen, Ronaldo logró anotar ocho tantos -incluidos los dos de la final ante Alemania- y sumó su segundo entorchado mundial.
Convencido de que podía reverdecer viejos laureles, Florentino Pérez le reclutó para el Madrid en la etapa de los galácticos. En sus tres primeras campañas con los blancos su rendimiento personal fue muy bueno, superando siempre los 25 goles. En lo colectivo, en cambio, apenas sumó un título de Liga. Su declive comenzó cuando se empezó a especular sobre posibles salidas nocturnas y su estado físico. Y es que el peso de Ronaldo subió de manera ostensible durante su paso por el conjunto de Concha Espina.
Harto de su actitud, Capello lo envió al Milan en enero de 2007. En el conjunto rossonero tampoco dio signos de recuperación y la polémica siguió acompañándole. Apenas jugaba y en una de esas escasas participaciones se rompió el tendón rotuliano de su rodilla izquierda. La articulación que no había sufrido percances hasta entonces. En junio de 2008 concluyó su contrato con el Milan y se quedó sin equipo. Tres meses después firmó por el Corinthians, donde ha compartido vestuario con Roberto Carlos, y allí ha ofrecido sus últimos coletazos hasta anunciar su retirada.
En definitiva, se va uno de los mayores talentos de la historia del fútbol, un delantero cuyos inicios han quedado grabados en la memoria colectiva de los hinchas.