El de Zaldibar, que será presentado hoy en El Sadar a las 17.00, tendrá la difícil tarea no sólo de intentar salir de los puestos de descenso con un triunfo frente al Espanyol este próximo domingo, sino también de devolver la ilusión a la grada y recuperar el espíritu y filosofía de un equipo que en los dos últimos años ha ido perdiendo de manera lenta, pero constante, sus señas de identidad.

Será la tercera aventura del técnico vizcaino en Primera, tras un efímero paso por el Athletic en la 2005-06 -fue destituido en la primera vuelta- después de su exitosa campaña con el Eibar, y un periplo de cuatro años en el Valladolid, a quien consiguió ascender, siendo despedido a finales de enero de 2010 como consecuencia de una mala racha de resultados. Paradójicamente, Mendilibar se marchó rodeado del cariño de los aficionados pucelanos en una ciudad donde es considerado un héroe.

Trabajador incansable y al que no le tiembla el pulso para darle oportunidades a los canteranos, tiene fama de hombre con mano dura, aunque quienes mejor le conocen dicen de él que es una persona directa y sin pelos en la lengua. Como ya ocurriera desde su etapa en el Lanzarote, viene acompañado de su inseparable Toni Ruiz, que ha ejercido las labores de preparador físico e incluso segundo entrenador.

En un principio, y antes de confirmarse oficialmente su contratación, el nuevo míster rojillo, en conversación con GARA, declinó realizar cualquier tipo de declaración antes de que el club se pronunciase al respecto, con el cierre de la operación. Posteriormente, una vez conocida la noticia, resultó del todo imposible obtener sus impresiones, que las hará públicas en la tarde de hoy.

«Deseo que sean felices»

El ya preparador osasunista viene a cubrir la baja de Camacho, defenestrado tras la derrota en Anoeta y la paupérrima sensación que dejó la escuadra navarra. De hecho, fue tras dicho encuentro, y una vez ya en Iruñea, cuando la junta directiva tomó la decisión por unanimidad de rescindir el contrato que le unía hasta el próximo 30 de junio, algo que le fue comunicado en la misma noche del domingo.

De ese modo, en la mañana de ayer, el de Cieza se personó en Tajonar para recoger sus pertenencias y despedirse de la plantilla, a quien le deseó «la mayor de las felicidades, y más hoy, en el día de los enamorados». En cualquier caso, dejó claro que se marchaba «triste porque no me dejan entrenar» y declinó entrar en más polémicas con un sector de la afición, si bien declaró que «respeto las críticas, pero sólo entiendo las basadas en razones deportivas».

El ex seleccionador español reconoció que no se esperaba el despido, «aunque lo acato porque son decisiones de la junta directiva y no me compete», y sacó pecho indicando que «los objetivos son al final de temporada y los hemos cumplido los dos últimos años, y esta temporada no iba a ser menos».

«Vine con un objetivo, que es que Osasuna esté en Primera y Osasuna lo está. Yo ya no puedo dar más soluciones. Siempre he estado involucrado desde el primer minuto hasta el último y ha merecido la pena mi etapa aquí porque he estado encantadísimo en Pamplona», aseguró.

Casi dos horas más tarde, era al presidente rojillo, Pachi Izco, a quien le tocaba dar explicaciones sobre la decisión adoptada. Ella había sido fruto de la racha de resultados, «que no eran positivos», y de la mala imagen ofrecida por el equipo, por lo que, «aunque dura, era el momento oportuno para tomarla», destacó.

El máximo mandatario osasunista, que confirmó que Camacho cobrará el importe íntegro del contrato que tenía hasta junio próximo, señaló que «para nada» le habían influido las protestas de El Sadar y subrayó que «me gustaría que hubiera un mejor ambiente en el estadio, pero tiene que ser el equipo quien enganche a la afición, que es soberana».

Antes de su comparecencia, Izco mantuvo un inesperado incidente con un socio, quien le conminó a que también dejara su cargo de presidente «porque la cagaste cuando pusiste a Ziganda como entrenador y la has vuelto a cagar con Camacho», le espetó el aficionado.

La defensa, en cuadro

Y Mendilibar no sólo se encontrará con un vestuario al que levantar su alicaido ánimo, sino que deberá hacer frente al inminente problema de encontrarse con una defensa prácticamente en cuadro. Tres de los habituales en la retaguardia -Damià, Miguel Flaño y Sergio- no podrán ser de la partida ante el conjunto periquito.

Los dos primeros deberán cumplir un partido por sanción tras la roja del catalán y la quinta amarilla del de Noain, mientras que el asturiano sufre una distensión en el bíceps femoral izquierdo, detectada tras la resonancia magnética a la que fue sometido en la jornada de ayer y que le mantendrá, al menos, unos diez días en el dique seco.

Con ello, el preparador vizcaino está obligado a alinear a la pareja de centrales formada por Lolo y Josetxo, mientras que Monreal será fijo en la izquierda, y habrá que ver por quién opta para la derecha, si Nelson u Oier, ya que el canterano podría contar con más opciones tras la llegada del de Zaldibar.