Maite SOROA | msoroa@gara.net
Ahora resulta que el txakoli no es de aquí
En Catalunya elaboran un cava excelente a decir de las y los aficionados a la cosa del bebercio espumoso. Pero no elaboran champagne. Y en Castilla dicen que también elaboran un vino ácido con aguja carbónica similar al txakoli, pero que no lo es. Tendrán que llamarle de otra forma. Y es que en Jabugo curan unos jamones estupendos, pero que no se pueden comercializar como jamón de Guijuelo. Porque Jabugo es Jabugo y Guijuelo es Guijuelo.
Parece sencillo de entender, pero no se crean que todo el mundo alcanza a comprender tan simple proposición.
Ayer, en «El Mundo», Pedro G. Cuartango se mostraba así de cerril: «A mediados de los años 50, cuando yo nací, había registrados en Miranda 16 establecimientos de chacolí. El más renombrado de ellos era el Chamorro, donde me llevaba mi abuelo. Se decía entonces: Dos cosas tiene Miranda que relucen más que el oro: las fiestas de San Juan del Monte y el chacolí de Chamorro». Pues lo decían mal. Tenían que decir el «churrumplín de Chamorro».
El pareado le da pie a Cuartango para decir, por ejemplo, que «Miranda es la cuna y la capital mundial del chacolí, pero eso no encaja en los esquemas del nacionalismo (...) Aquí tenemos un nítido ejemplo del afán enfermizo del nacionalismo vasco de apropiarse de aquello que les interesa para forjar una identidad construida a partir de un imaginario que nada tiene que ver con el pasado». No conozco a ningún nacionalista que quiera forjar una identidad con una botella de txakoli de Getaria, pero Pedro Cuartango podría intentarlo con el «churrumplín de Chamorro».
La cosa va a más y pudiera parecer que le empieza a hacer efecto la burbujeante espuma del vino: «Pero esa manipulación de la realidad se vuelve contra sus propios promotores, que pretenden vasquizar un producto genuinamente castellano, perfecta metáfora de la voluntad expansionista y totalizadora del nacionalismo sabiniano. Puede que las piedras sean cosa suya, pero lo nuestro es el chacolí. Que nos dejen beberlo a gusto». Ya ven que es nefasto escribir después de vaciar el vaso. El asunto se podría dilucidar con aquella frase del guardia civil en Arazuri: «Los de Tafalla a Tafalla y los de Tudela a Tudela».