Juanjo Basterra Periodista
El descaro y la prepotencia de Octavio Granado
No guardan ni las formas. Se sienten poderosos. Es triste, sí. Hace unos días el secretario de Estado de la Seguridad Social española, Octavio Granado, reconoció que el plan para fomentar la contratación a tiempo parcial a los menores de 30 años y parados de larga duración impedirá que las arcas de la Seguridad Social ingresen 230 millones en cotizaciones sociales. Potencian el empleo precario y perdonan a los empresarios el pago de cotizaciones. Nos llevan vendiendo toda una vida que no hay dinero para sostener el sistema público de pensiones, pero a la primera de cambio nos vuelven a meter mano a la cartera.
Granado añadió que «en términos comerciales, vamos a ver si ponemos barata la mercancía de nuevos trabajadores para que así los contraten y pasen a ser nuevos cotizantes de la Seguridad Social». Por si a alguno le queda alguna duda, no se le cayó la cara de vergüenza. Es así como se hacen los negocios entre la Administración pública y los empresarios: perdonan a éstos las cotizaciones e impuestos para que se forren, mientras que a la clase trabajadora la exprimen hasta su última gota: nos pagan bajos salarios y, además, nos quitan las cotizaciones que los empresarios no pagan y que son tan míseras que no nos servirán para garantizar una pensión digna el día que nos jubilemos, si llega. ¡Ya está bien!
Mientras tanto, se sacan de la manga el debate sobre los salarios, si deben estar ligados a la inflación o a la productividad. Ponen el ejemplo de Alemania. ¿Están los empresarios de este país dispuestos a pagar los salarios que tienen los alemanes? Porque, de media, son un 50% más elevados que los nuestros. Y, por cierto, el año pasado la productividad estatal, según los datos oficiales, creció en un 2% y, en cambio, los salarios cayeron un 0,4%. En el Estado español se gana productividad destruyendo empleo, pero no invirtiendo en mejores e innovadoras condiciones productivas. En pleno desarrollo económico, la OCDE confirmó que los salarios desde 1993 a 2007 cayeron en el Estado español en un 1,5%.
Por lo tanto, ¿de qué se quejan los empresarios y los gobernantes? Muy fácil, de vicio. La avaricia les puede. Ocurre también cerca de nosotros.