GARA > Idatzia > Kultura

«Las orquestas sinfónicas tocan música fosilizada»

p043_f01_148x120.jpg

Andrea Cazzaniga

Director de orquesta

Andrea Cazzaniga comenzó a estudiar violín en su Italia natal, en Milán. Tras varios años perfeccionándose por Europa, llegó finalmente a Bilbo, donde entró a formar parte de la Orquesta Sinfónica de Bilbao y a dirigir el Ensemble Kuraia, especializado en música contemporánea.

Mikel CHAMIZO | BILBO

Hace unos meses se inauguró en la capital vizcaina un nuevo ciclo de conciertos de música contemporánea, en la sede de la Fundación BBVA en la Plaza de San Nicolás, por el que han pasado ya grupos del prestigio del Ensemble Recherche o el Plural Ensemble. Esta tarde, a las 20.00 horas, le toca el turno a un conjunto de la ciudad, el Ensemble Kuraia, que dirige Andrea Cazzaniga.

Siendo violinista, ¿de dónde le viene ese interés por dirigir?

Siempre ha sido mi sueño. Cuando era estudiante organizaba pequeños grupos, pero nunca me decidí seriamente a ser director. Me centré más en el violín y postergué el ser director hasta que la vida me dio la oportunidad.

Usted fue uno de los primeros alumnos de dirección de Musikene, justo cuando abrió el centro. ¿Cómo recuerda la experiencia?

La verdad es que fue algo discontinua, porque me tocaron dos profesores con métodos opuestos. Hubo cosas buenas en la carrera, pero otras que se podían haber potenciado más, especialmente la parte práctica. Los alumnos de dirección en Musikene no dirigen orquestas sinfónicas, practican con grupos instrumentales o, como mucho, con una orquesta de cámara. Pero es necesario ponerse delante de una gran orquesta, y esa parte de la formación la tuve que buscar yo por mi cuenta.

Se está especializando como un buen director de música contemporánea. ¿Por qué ha elegido ese repertorio?

Hay una razón fundamental y es que toco desde hace mucho tiempo en una orquesta centrada en un repertorio fosilizado que repetimos una y otra vez a lo largo de los años. ¿Cuántas 5ªs de Beethoven o 4ªs de Brahms habré tocado ya? He perdido la cuenta. Pero cuando hago música contemporánea es algo muy diferente, porque me siento en medio de una música viva en la que colaboro con el compositor y puedo conocer de su propia voz como quiere las cosas. Hacer música contemporánea es una experiencia vital en este sentido, porque sientes que estás abriendo camino, que tu trabajo es importante y enriquecedor, ya que siempre estás enfrentándote a problemáticas nuevas y a estéticas muy distintas, a veces opuestas. Esto te abre la mente y te ayuda a quitar prejuicios, también en la vida real.

Se podría decir que, en referencia a la música contemporánea, en Bilbo hubo un antes y un después de Kuraia. ¿Cómo nació el grupo?

El grupo surgió en 1997 en torno a la Asociación de Compositores, a la que pertenecían también varios instrumentistas interesados en colaborar con los autores. Empezamos a interpretar obras de compositores de Bilbao, pero con el paso de los años nuestra actividad fue aumentando y tuvimos que plantearnos un grupo estable o sería imposible crear un buen discurso camerístico. Buscamos en nuestro entorno y experimentamos con varios músicos, hasta dar con la formación que tenemos actualmente, formada por flauta, clarinete, piano, cuerdas y percusión, pero que se puede ampliar dependiendo de la obra que toquemos. El grupo es un instrumento para los compositores de Bilbao y su entorno, pero como damos muchos conciertos también nos abrimos al repertorio de otros autores españoles e iberoamericanos, además de a las grandes obras del siglo XX.

¿Qué programa van a interpretar en su concierto de esta tarde?

El eje conductor es Arnold Schoenberg y los alumnos que tuvo dentro y fuera de la escuela de Viena, pues Schoenberg pasó la última parte de su vida en los Estados Unidos y allí influenció a muchos compositores de maneras muy diversas. El programa tiene tres columnas: una obra del propio Schoenberg, la «Sinfonía de cámara nº1»; «Libra», de Roberto Gerhard, que fue su alumno y tiene un pensamiento bastante serial; y «Seven», de John Cage, con un planteamiento completamente opuesto al del dodecafonismo y con un resultado sonoro diferente cada vez que se toca. Por último hay dos piezas más, de María Eugenia Luc y José Manuel López López, que nos llevan hasta la época más actual.

 
Imprimatu 
Gehitu artikuloa: Delicious Zabaldu
Igo