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Iratxe FRESNEDA Periodista y profesora de Comunicación Audiovisual

¡Viva el domingo!

Me despido de este rinconcito que me cedisteis junto a los estrenos de cine, cada viernes, durante unos cuantos años. Aunque más que de una despedida es un traslado, un cambio de aires. Me muevo a las páginas de los domingos, ésas que algunos saborean con el desayuno. Seguiré acercándoos historias, de cine, televisión, música o literatura, será un espacio abierto a nuevas y viejas historias vinculadas al mundo de la cultura. Lo cierto es que regreso a mis orígenes en este diario.

Doy las gracias desde aquí a todos aquellos que me habéis seguido, a los que me leían cada viernes, a los que me habéis hecho llegar vuestro reconocimiento y cariño, a los que incluso habéis divulgado lo aquí escrito. También doy las gracias a los que con amabilidad me planteábais nuevas cuestiones sobre las que escribir, me ayudábais a mejorar estas líneas. Sé que no siempre he acertado al escoger y tratar ciertas cuestiones, que otras se me han quedado en el tintero, pero os aseguro que he intentado siempre ser sincera y apasionada con las letras que aquí quedaban impresas o colgadas en la red. El tiempo pasa y a veces es injusto con aquellos que se rebelan y pretenden detenerlo. Y precisamente el paso del tiempo hace que muchas cosas cambien; el cine y el modo de «consumirlo» es una de ellas. La cinematografía se ve afectada por una revolución imparable que hace que muchos nuevos espectadores, nuevas hornadas de cinéfilos, apenas pisen las salas de cine. Vaya contradicción terminológica, dirán algunos, cinéfilos que no acuden al cine... Dicho sea de paso, si hay algo que los amantes del celuloide apreciamos es la posibilidad de sentarnos en una sala a oscuras, solos o acompañados, con palomitas o sin ellas, esperar a que las luces se apaguen y las imágenes se muevan en la pantalla. La película y el espectador. El espectador saboreando el trabajo de tantas y tantas personas, profesionales que han contribuido en la narración de una historia. Una historia que hacemos nuestra.

La experiencia de ver una película en el cine no tiene igual, es única. Espero de corazón que los cines sigan existiendo; forman parte de las historias de vida de muchos de nosotros, hacen que la experiencia cinematográfica siga aportando algo de magia a nuestras vidas. Yo acudo religiosamente a la cita con la pantalla grande, no tanto como antaño, no tanto como desearía. La última vez que pisé un cine volví a aprender muchas cosas, volvió a ser una experiencia interesante. Recomendable. Nos vemos en domingo.